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Tras el ataque del ISIS en Moscú, cientos de vídeos inundan las redes en tiempo real. El impacto visual y emocional es muy alto, las ... imágenes se viralizan en segundos y amplifican el relato terrorista. Una nube de fuego: arde el techo del Crocus City Hall, una sala de conciertos con capacidad para 7.500 personas. La cifra inicial -40 fallecidos- es sólo el principio y se triplica en un recuento macabro. En el interior, ocurre lo que Dan Gillmor anunció hace 20 años: las víctimas del asalto registran lo que ocurre con sus móviles y lo publican en las redes, sin filtro, ofreciendo múltiples perspectivas. Los documentos tienen valor indiscutible, como predijo Gillmor -suponiendo que sean reales-. Pero el relato ciudadano, espontáneo, resulta hoy incompleto y confuso: las teorías conspirativas se activan en X (antes Twitter) desde el primer minuto. En 'Entender la guerra', Aznar Fernández-Montesinos, profesor del Centro Superior de Estudios de la defensa Nacional, explica que estamos ante un fenómeno muy complejo: el conflicto armado escapa de lo físico para ocupar espacios sociales y emocionales.
Qué, cuándo y dónde. En el anfiteatro, la explosión. Suenan los disparos y cientos de personas, en shock, buscan refugio. Unos graban agazapados tras las butacas mientras otros cruzan el escenario para escapar. Un hombre arriesga su vida para arrastrar un cuerpo y dejarlo a resguardo tras una columna. Otras imágenes muestran la huida (los desplazamientos) sin orden cronológico. Cien personas, lideradas por un adolescente trabajador a tiempo parcial, consiguen salir del edificio. En el exterior, uno de los terroristas se aleja, armado. Cientos de personas atraviesan un puente a toda velocidad.
Por qué. Daesh (ISIS) reivindica al poco el atentado. Putin, en grave crisis de imagen, contraataca con celeridad distribuyendo imágenes de la caza y captura de los agresores. Quiere apoderarse del relato, reconducirlo: enmarcar el ataque en la guerra de Ucrania y mantener intacto su liderazgo. Arrodillado, uno de los terroristas confiesa haber sido captado por 5.000 dólares. ¿Por quién? No lo sabe. Entra en circulación un vídeo falso, realizado con inteligencia artificial, en el que un alto cargo ucraniano admite la participación de Ucrania en el ataque. Daesh se ve obligado, en el colmo del absurdo, a insistir en la autoría; añade al caos, como prueba, una fotografía de los terroristas. Busco refugio en los medios de comunicación. El relato periodístico no es perfecto, pero conoce la naturaleza de la amenaza terrorista, busca la verdad y pone luz en la zona gris del conflicto.
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