Es la frase que aparece cuando tecleas «Bartolomé Beltrán». Se daban en el médico y divulgador dos características que hicieron de él un icono de ... la televisión: cercanía y credibilidad. De ahí la gran la repercusión que ha tenido en los medios su fallecimiento y, especialmente, entre la audiencia que le conoció en sus inicios, en los ochenta, al mando de 'La salud es lo que importa'. Comenzó en Antena 3 y se hizo popular por la forma cercana y práctica de hablar sobre salud, un terreno muy difícil por los tecnicismos, por las consecuencias que tiene el error, por pequeño que sea, y por el enorme interés que despiertan los contenidos de salud en la población con enfermedades graves de alta prevalencia: cualquier dato sobre avances o hallazgos que supongan la curación o alivien el sufrimiento generan una altísima expectación entre los afectados. Él ofrecía información y consejos con pasmosa facilidad, aprovechando bien los minutos. Recuerda De Semir la respuesta del físico Richard Feynman a un reportero: «Si pudiera explicarle mis trabajos en dos minutos seguro que no hubiera merecido el Nobel». Hablaba con economía, pero nunca precipitado.
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Nacían las televisiones privadas al poco de empezar su colaboración en la radio: unos pocos canales de televisión, algunas parabólicas. De ahí su rápida popularidad. Las noticias sobre salud tenían ya un tratamiento especializado, pero eran escasas. Tampoco había hecho su aparición el doctor 2.0: Internet, la enciclopedia sin filtro a la que acudimos en la actualidad antes, durante, después, o en lugar de la consulta médica. Más de la mitad de la población utiliza Internet, incluidas las redes sociales, para consultar temas de salud. Una tendencia creciente que alivia la presión del sistema, pero que genera hipocondría y produce información descontextualizada, no siempre fiable, y una falsa sensación de seguridad.
El doctor Beltrán era ante todo un excelente divulgador en todos los soportes: radio, prensa y televisión. Era, conforme al diccionario, icónico. Tengo la sospecha de que en una cultura que se inclina de forma vertiginosa hacia su expresión en imágenes -ahí está Sora, la inteligencia artificial de OpenIA que genera automáticamente vídeos muy realistas - el término «icónico» se utiliza entre los jóvenes como sinónimo de referente. Pero el doctor era icónico verdaderamente, incluso en su etapa radiofónica. Reconocible para la población. Magnificado el efecto que lleva a las audiencias a interactuar con los famosos como si fueran personas conocidas. Decimos adiós al doctor, al divulgador y, también, a toda una época.
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