Si se irrita cuando lee información contraria a sus posicionamientos está polarizado. Si desprecia a los votantes de otros partidos, también. Otros síntomas de polarización ... emocional pueden ser: empapelar el comedor con carteles electorales, dejar sin vacaciones a los hijos que votan de forma independiente o cambiar el recorrido para evitar la sede de algún partido. No se extrañe si presenta síntomas. En España, como apunta el sociólogo Luis Miller, estamos muy polarizados; la división más profunda se da en torno a los partidos, la ideología y el territorio.
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La encuesta sobre gestión municipal en Valencia publicada por LAS PROVINCIAS es un buen ejemplo de la polarización partidista. Los votantes de Podemos y Compromís consideran, en más de un 85%, que la gestión municipal de Ribó ha sido buena o muy buena. Los votantes de PP, Ciudadanos y Vox, en cambio, con porcentajes superiores al 80% -llegando al 94,7% en el caso de Ciudadanos- optan por calificarla como «mala o muy mala».
Zoquete lo resumía así en los comentarios a la noticia: «Es posible que haya quienes aprueben la gestión, pero no por resultados, lo hacen por ideología. Nunca cambiarían el voto aunque la ciudad estuviera como Pompeya, en llamas».
Las crisis económicas y la política contribuyen a incrementar la división social. En política, muy especialmente, influyen los mensajes con fuerte carga ideológica. Lo contrario, menos frecuente, es tender puentes: poner el foco en problemas donde el desacuerdo social es bajo. La actuación de la candidata de Podemos en la televisión de Murcia -al negarse a ceder el atril a la representante de Más Región-Equo y provocar la suspensión del debate, en un intento de forzar su propia detención y victimizarse- es lo nunca visto; además de poco democrático, tratándose de una decisión de la Junta Electoral. En convocatorias muy reñidas o ante la previsión de malos resultados, el riesgo de polarización del mensaje, como estamos viendo, aumenta. Los populismos y las redes contribuyen también a la división, porque incrementan la desconfianza hacia los medios de comunicación, dejándonos más vulnerables ante la desinformación: el asalto al Capitolio en 2021, que provocó cuatro fallecidos, estuvo basado en una gran mentira.
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El futuro se complica. Según Bauman, sociólogo y premio Príncipe de Asturias, nuestra sociedad, líquida, se caracteriza por cambios vertiginosos e imprevistos: cada vez es más difícil hacer cálculos y pronósticos. Ante la que se nos avecina, no es de extrañar que un cuarto de la población europea prefiera ser gobernada por la inteligencia artificial.
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