Secciones
Servicios
Destacamos
El debate político no es un invento de la televisión: ha sido la máxima expresión de la conquista de la libertad y la inclusión desde ... tiempos pretéritos. Los ciudadanos estadounidenses, como recuerda Neil Postman en 'El discurso público en la era del show business', asistían extasiados a mediados del siglo XIX, durante horas, al intercambio dialéctico entre grandes figuras políticas de su tiempo, como Lincoln y Douglas. Sin horario, sin temas preseleccionados; política en estado puro consumida con fruición. Los tiempos, como todos sabemos, han cambiado: la radio, la televisión y las redes sociales han transformado la forma de hacer política. Hoy, la puesta en escena y las emociones se han adueñado del discurso político -'Perdona, mi amor', Pablo dixit- y reinan en los debates electorales. Pero el intercambio de ideas con luz y taquígrafos insufla, todavía, el mismo vigor y nervio a la democracia que en el pasado.
Por razones que tienen poco que ver con la democracia y mucho con los intereses partidistas, algunos candidatos se niegan a participar en los debates electorales. Los evitan por miedo al error o cuando no les gusta el formato -o el medio-. Trump, por ejemplo, rehusó participar en un debate virtual contra Biden en 2020 argumentando que era una «pérdida de tiempo». No es el único. Puig, Ribó y Baldoví debaten en À Punt, la Ser, RTVE y, si se lo proponen, hasta en Pequeradio. Pero, como Trump, cuando no les interesa no pueden hacer «un hueco». Debatir en el espacio público no es perder el tiempo.
La decisión de participar en el debate de À Punt, que tiene una audiencia inferior al 4%, es un acierto: es el medio de todos los valencianos. Aceptar la invitación de la cadena Ser también lo es, porque la difusión de À Punt no da garantías suficientes de acceso a la información electoral a los votantes de la Comunitat. Rechazar la invitación de Las Provincias y Cope, que con su audiencia contribuyen a maximizar el alcance de la información política y la diversidad del electorado es, en cambio, incomprensible. La información es un derecho consagrado en la Constitución.
La democracia muere en la oscuridad -especialmente si los que se zafan del debate público son los gobernantes, que tienen el deber moral de dar cuenta de su gestión; se gobierna para todos-. LAS PROVINCIAS y Cope son parte de la microdinámica de la democracia. Cumplen, por su función social, un servicio público; por su alcance, un papel importante para la democracia en la Comunitat -no menos que À Punt y la Ser-. Los valencianos merecen una campaña inclusiva, justa y democrática en su concepción.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.