Cámbiame la hora para mañana. ¿Puedes a las cinco? Perfecto. Quizá haya notado en los últimos tiempos que a la hora de pedirle un favor ... no le dan explicaciones ni, a posteriori, las gracias. Ordeno y mando. Cada vez más hogares disponen de asistente virtual, el aparato que permite, mediante instrucciones sucintas, bajar el volumen de la televisión, encender una bombilla, activar el capítulo 3 de tu serie favorita o poner la música que te gusta. «Alexa, quiero escuchar a Manolo Escobar». El asistente siente un escalofrío virtual, pero obedece sin rechistar. Como tú. Es el fiel escudero de los mayores, la institutriz de los niños y el amigo que enmascara el silencio propio del hogar vacío. Casi cinco millones de personas viven solas en España, una tendencia creciente según el Instituto Nacional de Estadística; más de 800.000 son mayores de 80 años. Se calcula que en breve habrá más asistentes virtuales que personas.
Publicidad
A algunos les preocupa la soledad, a otros la privacidad: «Yo no tengo asistente, no me gusta que se puedan escuchar las conversaciones que tenemos en casa». Es como si en una casa con las ventanas abiertas te preocupas por cerrar la puerta. Todo lo que hacemos en el mundo digital deja huella. Cada vez que realizamos una transacción, cuando compartimos información en las redes, conectamos el robot-escoba, navegamos por Internet, enviamos un correo sin encriptar o hablamos por teléfono desde el móvil. Todo queda grabado en el registro en un servidor. Google controla nuestros movimientos desde la aplicación de mapas. Los sistemas operativos identifican y almacenan, si no lo desactivamos, los lugares que visitamos con más frecuencia. Nuestra huella digital tiene un tamaño considerable, muy superior a la del saurópodo australiano que, por si no lo saben, tiene el récord entre los dinosaurios.
¿Hay que proteger la privacidad? Por supuesto. Pero hay otro peligro importante, menos visible: el aumento de las interacciones en las que uno exige y otro obedece, basadas en el imperativo y los verbos ejercitativos. Haz esto. Haz lo otro. No solo con las máquinas. Cada vez más, entre humanos. Los mayores economizamos desbordados por la mensajería digital y la falta de tiempo. Los jóvenes porque no dominan el cambio de registro lingüístico y usan el mismo para todo. Mar Monsoriu recomendaba en noviembre a los pequeños presentes en la presentación de 'Guía de Alexa para toda la familia' que fueran educados con los asistentes virtuales. Tenemos que cuidar el lenguaje y las formas, para fomentar relaciones humanas basadas en la empatía y el respeto a las personas.
Suscríbete a Las Provincias al mejor precio: 3 meses por 1€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Una moto de competición 'made in UC'
El Diario Montañés
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.