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Donde dice robot vamos a escribir «presidente de la Real Federación Española de Fútbol» y, en lugar de ser humano, lo que gusten. Las leyes ... 1 y 3 de la robótica de Asimov, quedarían así. Primera ley: Un robot (presidente de la Real Federación Española de Fútbol) no puede dañar a un ser humano (lo que gusten) ni mediante la inacción permitir que un ser humano (lo que gusten) resulte dañado. Tercera ley: Un robot presidente de la Real Federación Española de Fútbol debe proteger su propia existencia en tanto que su protección no entre en conflicto con la primera ley, es decir, debe salvarse siempre que pueda, pero nunca a costa de dañar a un ser humano (lo que gusten). Las leyes de la robótica de Asimov aparecen en un cuento titulado 'Círculo vicioso', publicado en 1942, que tiene como protagonista a SPD-13, alias Speedy, un robot al servicio de una expedición a Mercurio que recibe la orden de recoger un kilo de selenio.
Cuando arranca el cuento, los responsables de la expedición acaban de asumir que Speedy, que lleva cinco horas trotando alrededor de la fuente de selenio, no va a volver. El tiempo se agota. Desesperados, los científicos reparan dos viejos robots y, protegidos para soportar las altas temperaturas del planeta, parten a lomos de las máquinas en busca de Speedy. Pero el robot huye a gran velocidad mientras recita el libreto de un conocido musical. ¿Se ha vuelto loco? No. Speedy, concluyen, ha entrado en bucle. Su existencia peligra cuando se acerca al selenio y, como no sabe que este es vital para la supervivencia de los humanos, evita acercarse. Cosas de los programadores. Para desactivarlo, los científicos se ponen deliberadamente en peligro con la esperanza de que se active la regla 1, que obliga a Speedy a rescatarlos y cesar en su huida, como así sucede.
Él solo quiere salvar el pellejo. Ha solicitado un gesto de afecto en público -meditado- desde una posición de poder; si hay complot, lo ha servido en bandeja. Ha robado mediáticamente una victoria que equivale a sangre, sudor y lágrimas. Mientras que el original toma prestadas -en su huida- unas coplas del musical 'HSM Pinafore', de Gilbert y Sullivan, la copia, huérfana de dotes artísticas, se pone en evidencia con su vulgaridad ante los micrófonos; qué decir de la defensa familiar. Como era de esperar, la cadena de dimisiones, un intento de reprogramar al díscolo invocando la Primera Ley, no funciona. Nada funciona. Ridículo internacional, división de la afición, descomposición del equipo y pérdida de credibilidad del gobierno en funciones. El círculo vicioso lo crean los programadores.
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