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Las vivencias de la zona cero han dejado una huella imborrable en miles de voluntarios de toda España. Hacer voluntariado te obliga a salir de ... la zona de confort, los espacios y lugares que frecuentas habitualmente. Es una toma de contacto directa, que te hace despertar. Porque donamos sin conocer el perfil de los destinatarios: su nivel socioeconómico, la afectación de sus bienes, la altura que alcanzó el agua, las relaciones entre los vecinos del municipio, la distribución y tamaño de las viviendas, etnias, razas, costumbres y creencias en cada barrio, en cada calle. ¿Cuáles son las necesidades? Frente al municipio, una convención geográfica, histórica y política, en la catástrofe cobra importancia la diversidad del tejido social.
Pisar el terreno es descubrir el valor crítico de una talla de pañal, de un potito de pescado. La impotencia. Necesitan detergente, comida caliente, agua a presión, ayuda económica y psicológica, maquinaria pesada. No en todas partes, ni al mismo ritmo. Comparten contigo su vulnerabilidad: la verdad desnuda. Empáticos, en su mayoría jóvenes, los voluntarios luchan contra el lodo y escuchan. «Pasad, pasad». ¿Con las botas embarradas? La razón pierde la batalla ante una necesidad vital: quiere enseñarte su casa y contarte su historia. Avanti.
Lejos del terreno, millones de personas buscan noticias y se informan de los estragos de la DANA a través de los medios de comunicación, una referencia indispensable y pilar de nuestra democracia. Los periodistas son prudentes ante datos sin confirmar. Trabajan exhaustos para cubrir la tragedia desde todos los ángulos. Pero, ¿es suficiente? La desinformación, la polarización, el populismo y el coste de la transición digital han debilitado la confianza en los medios. «Mira cómo voy vestido, esto no sale en los medios» me espeta el médico el jueves. Una compañera, el viernes, me habla de más de 1.000 desparecidos. «En un entorno abierto -le explico-, es imposible ocultar esas cifras».
Transmitir la fuerza de una riada que arrastra cientos de coches y vidas o la heroicidad de un rescate es sencillo: la imagen habla por sí sola. Pero hay que viajar después a la zona cero, buscar fuentes fiables para contar el abandono, la solidaridad, vivencias, cifras, causas, apariciones y muchas desapariciones. No se perdona el error. Qué decir del olor, el color monocromático de 70 pueblos, la viscosidad del lodo, el miedo al saqueo y al hambre. Alfarb, Sot de Chera. Riola. Necesitamos un periodismo fuerte y redacciones bien dotadas para luchar contra la desconfianza y reforzar los cimientos de la democracia.
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