Nos ha dejado Laura Valenzuela, pionera de la televisión española, Trump se enfrenta a un fantasma de su pasado llamado Stormy Daniels, Leonor se prepara ... para iniciar su formación militar y a Putin, cercado por la sustracción de miles de niños ucranianos -crimen de guerra- se le oscurece el futuro. Pero mientras el mundo sigue su curso, en Valencia se ha detenido el tiempo por unos días. Contagiados del virus fallero, mucho mejor que el otro, turistas nacionales y extranjeros han disfrutado las primeras Fallas sin la sombra de la pandemia. Había ganas de fiesta. En las calles y en los pasacalles. En los bares a reventar. En las paellas tardías, al sol, en aceras y calzadas. Hoteles llenos. Plazas abarrotadas, calles desiertas: patrimonio y misterio de la humanidad. Hoy, al despertar, como todos los años, parece un sueño. Ni rastro de las cenizas. Purificados por el fuego, vuelta a empezar.
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Volverá la emoción en la Ofrenda, desfile de promesas y peticiones: lo que más valoran los falleros, por encima de la cremá o la Crida -recuerdo los datos como si los estuviera viendo, una tarde en mi despacho, repasando con Quique Collado los resultados de su tesis doctoral; fue ayer, en 2016, y parece un siglo-. Volverán vibrantes las mascletaes frente al balcón, lugar de encuentro y photocall de excelencia. No lo pisó Pedro Sánchez, que se despidió a la francesa tras fotografiarse en la planta Volkswagen de Sagunto. Respirarían los dos: Pedro suma demasiados agravios y no ayuda en la campaña. Volverá el cadafal florido a la plaza de la Virgen. ¿Remozado? A decir de los vestidors, la Virgen, el Niño y la estructura necesitan una intervención urgente que Ribó, que presenta síntomas agudos de alergia a las figuras marianas, desestimó, minimizando el deterioro. ¿Tanto cuesta comprobar el estado de una estructura icónica, patrimonio cultural de la ciudad? Eso sí, que vuelva remozado para unas décadas, no como el pobre G. examigo de los niños. Volverá la emoción de los premios: unos bañados en cava y otros en lágrimas. Quizá repita segunda, eterna, Falla Plaza del Pilar. Como Orestes, que muy entero dijo adiós a Pasapalabra. O quizá llore de alegría. Plantarán, valientes, las comisiones abandonadas por sus artistas, otra asignatura pendiente. Con una ciudad más limpia: porque no se puede recibir a miles de turistas, que viven día y noche en la calle, sin reforzar la higiene. También la seguridad, todo un reto en grandes eventos pero que, a la vista de la oleada de robos, necesita otro tipo de intervención. Y Valencia, museo pop-up, presumirá de su colección de arte efímero.
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