¿Se te ha metido alguna vez una piedrecilla dentro del calzado mientras caminas? Como es muy molesta y puede llegar a provocar una herida ... en el pie, lo que todos hacemos es detenernos y sacarlas del zapato. Esas pequeñas piedras en el zapato acabaron siendo los «escrúpulos».
Publicidad
La palabra «escrúpulo» viene del latín «scrúpulus» (el latín no tiene tilde, pero prefiero ponerla que se pronuncie mal) -el español y el valenciano vienen del latín, en realidad son un latín mal hablado-. En latín denomina una piedra pequeña o guijarro. A partir de esta piedrecita que se metía en el calzado del caminante y le molestaba o hacía daño al caminar, pasó a tener un sentido moral. Pasó a reflejar la idea de algo que perturba la conciencia y se convirtió en una metáfora para expresar una inquietud o preocupación que va contra los principios éticos.
Hemos llegado a un punto en el que en política se presume incluso de saltarse estos principios éticos. No es que dé igual, es que algunos políticos alardean de no tener escrúpulos. Y muchos lo admiten. Un ejemplo palmario lo tenemos en Trump, que a pesar de las sentencias en contra sigue, sin escrúpulos, su carrera por la nominación para las elecciones. Llegó a decir (literalmente): «Podría disparar a gente en la Quinta Avenida y no perdería votos».
Imaginemos por un momento que el presidente del Gobierno de España, con el único fin de mantenerse en el gobierno mendigara un pacto con Puigdemont, golpista independentista (Putin mediante), condenado por los tribunales y prófugo de la justicia. Imaginemos que para justificar el cambio de postura con respecto a la amnistía a los golpistas independentistas, alabara la «valentía» de su partido al cambiar de opinión exclusivamente para seguir en el poder, sin escrúpulos. Imaginemos que los miembros de su partido lo aclamaran al decir eso.
Publicidad
Pues no hay que imaginarlo. Ha pasado. Está pasando.
En aquella memorable entrevista con Alsina, Sánchez ya afirmó que él «no mentía», que él «cambiaba de opinión», frase que ha quedado para la 'Historia universal del sanchismo' (Borges escribió una 'Historia universal de la infamia'). Sánchez no tiene escrúpulos al mentir, porque para eso hay que tener principios. Hace lo que haya que hacer, lo que sea, para mantenerse en el poder, «sin escrúpulos».
Alguna de las grandes obras de la literatura tienen que ver con los escrúpulos de sus personajes. Macbeth y Lady Macbeth en 'Macbeth' de Shakespeare se enfrentan a sus escrúpulos después del asesinato del rey Duncan para hacerse con el trono. Raskólnikov, el inolvidable protagonista de «Crimen y Castigo» de Dostoyevki se ve envuelto en una intensa lucha psicológica y moral después de asesinar a una usurera y a su hermana, se enfrenta a un profundo conflicto interno en el que emergen sus escrúpulos.
Publicidad
Clint Eastwood rodó la magistral película «Sin perdón». Con personajes como Trump o como Sánchez asistimos a «sin escrúpulos, sin límites, sin principios».
Suscríbete a Las Provincias: 3 meses por 1€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.