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No se resignaba a ser calvo, ya que más de una vez había comprobado que esto provocaba la burla de sus detractores», cuenta el historiador ... romano Suetonio sobre Julio César. Éste llevaba fatal ser calvo y dedicaba largas horas de tocador a arreglar sus escasos cabellos y a disimular sus entradas.
Hasta tal punto llegaba su complejo, que solicitó del Senado -y lo obtuvo- el permiso para llevar permanentemente la corona de laurel, ¡con la que disimulaba el poco pelo que tenía! (la corona de laurel se llevaba en contadas ocasiones). Como la calvicie era objeto de burlas, los hombres, ya en la Roma clásica, se ponían pelucas. En el equivalente a nuestro día de Año Nuevo lo normal era estrenar peluca. Nuestro paisano el poeta Marcial satiriza sobre ello. No había entonces implantes de pelo.
Pensábamos que esto estaba superado, pero miles de años después la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, y vicesecretaria general del PSOE, María Jesús Montero, a la que las Musas no otorgaron el don de la elocuencia, se refirió al portavoz del PP en el Congreso, Miguel Tellado, en tono de mofa y desprecio, como «el que tiene menos pelo», después de hacer escarnio de él y Feijóo por... ¡llevar gafas!
Atacar a un contrincante político por las características físicas es la demostración más sangrante de la falta de argumentos y una muestra de bajeza moral. Nos podemos imaginar habría pasado si Tellado se hubiese referido al peinado de la número dos del Gobierno o de alguna diputada del partido en el gobierno. María Jesús Montero, personaje destacado en la historia de la infamia sanchista, con sus comentarios intentando ridiculizar los rasgos físicos de su adversario político, por un lado, deteriora la política y, por otro, muestra la falta de ideas de un gobierno cuyo único objetivo es mantenerse en el poder.
La numero dos del PSOE debería ver el último y genial Especial Nochevieja de ese genio del humor que es José Mota. Un sketch lo protagoniza un grupo de calvos que se han constituido en un «grupo anticapilarista» que reivindica ser calvo al grito de «cada vez somos más, abraza el calvinismo» porque «los calvos estamos hartos de esta sociedad anticapilarista que nos oprime y que favorece el consumo de los implantes de pelo» (lo de «sociedad anticapilarista» es una parodia también de los movimientos anticapitalistas). Debería verlo, a ver si aprende algo, aunque está difícil porque el humor es una muestra de inteligencia.
No es relevante si el portavoz del partido de la oposición tiene o no pelos en la cabeza. Lo relevante es que denuncie sin miedo y de forma efectiva las mentiras, los engaños, la infamia y el destrozo que están haciendo Sánchez y los suyos, y que haga propuestas de futuro para los españoles. Lo que importa no es si tiene o no pelos en la cabeza, lo que importa es que no los tenga en la lengua.
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