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No digas que no a nadie. Las promesas electorales quedan en el aire, no tienen un plazo determinado de tiempo y se limitan a unos ... pocos».

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Esta frase no pertenece a esa soberbia obra, el 'Manual de resistencia' que Pedro Sánchez publicó siendo ya presidente del Gobierno, venciendo la humildad que le caracteriza. Podría serlo, pero no. La frase tiene casi 2.100 años y la escribe Quinto Tulio Cicerón en un librito que le dedica a su hermano, el famoso orador Marco Tulio Cicerón, titulado 'Manualito de campaña electoral' (un título más modesto, pero no vamos a comparar a Cicerón con Sánchez). Marco se presentaba en Roma al consulado, que era el cargo más importante, el equivalente a presidente de la república. Quinto le da a su hermano unos cuantos consejos a seguir en la campaña electoral de Roma en el 64 aC. No he visto cosa más actual que este 'Manualito' y eso que no había tele ni redes sociales. No tiene pérdida.

Recuerdo la obra del hermano de Cicerón en estos días de precampaña electoral para las elecciones del 28 de mayo. La campaña empieza el 12, pero la embutidora (así se llama la máquina de hacer chorizos) de promesas electorales se ha puesto en marcha ya.

Aunque no lo parezca, Sánchez tiene principios: es ciceroniano y grouchista

Vender un programa si no estás en el gobierno es más sencillo, porque nadie te puede reprochar a qué te has dedicado mientras cobrabas el sueldo público. Lo tuvieron muy fácil los que vendían que habían inventado la pólvora en 2015, estos de Ciudadanos y Podemos, ambos ya pólvora mojada (ahora los de Vox). A pesar de la indulgencia con que los votantes contemplamos la charcutería electoral, hay promesas -como la de los pisos de Sánchez- que dan otra vuelta de tuerca (con permiso de Henry James) a la memoria e inteligencia de los electores.

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He perdido la cuenta de los pisos que dice Sánchez que va a ofertar. Empecé a contarlos desde que llegó al gobierno en 2018 y cinco años después -¡cinco años!- aunque no ha empezado siquiera a solucionar el problema de vivienda, no para de prometer más y más. Con él, hasta los okupas van a tener segunda residencia.

Hay una escena genial de 'Una noche en la ópera' de los geniales Hermanos Marx. Groucho le pide al camarero del barco algo para cenar. Este -como Sánchez- le dice que tiene «todo lo que usted quiera». Groucho va pidiendo huevos, sus hermanos le oyen desde el famoso camarote, Chico grita: «y dos huevos duros», Harpo toca la bocina, y Groucho añade «en lugar de dos, pon tres».

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Aunque no lo parezca, Sánchez tiene principios: es ciceroniano y grouchista. Sabe -como el hermano de Cicerón- que las promesas electorales se olvidan y que a la hora de prometer cientos de miles de pisos en lugar de dos, -como Groucho- pon tres.

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