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Con lo que pagas por el alquiler de un cuchitril en Roma, te puedes comprar una casa excelente en alguno de los pueblos cercanos a ... Roma, con huerto y un pozo poco profundo de donde no tienes que andar sacando el agua con soga, sino que esta se distribuye entre las tiernas plantas gracias a una simple canalización. Merece la pena en cualquier sitio, en cualquier rincón, haberte convertido en propietario, aunque sea de un lagarto». Juvenal, ese ácido cronista del desencanto romano, dejó escrito con ironía inmortal esta queja del precio de la vivienda en Roma a finales del siglo I dC.
Por la misma época, el poeta latino Marcial, otro que satirizaba todo y se reía de sí mismo, escribía en sus Epigramas que se resigna a vivir en una buhardilla ruinosa porque las casas normales son solo para los privilegiados. Así era Roma, bulliciosa, vibrante ...y con la vivienda por las nubes. Cambiemos Roma por Valencia, Madrid o Barcelona y verán que no hemos avanzado tanto.
La falta de vivienda en España no solo afecta al mercado inmobiliario, sino que tiene profundas implicaciones sociales y demográficas que requieren una atención urgente y soluciones efectivas. Los precios de la vivienda son prohibitivos para los jóvenes.
Y luego nos preguntamos por qué no tienen hijos, por qué se vacían las cunas y se llenan los estudios de 20 m² con camas abatibles y neveras vacías. Todo está relacionado. La dificultad para acceder a una vivienda digna y asequible -ya sea de alquiler o de compra- retrasa la emancipación de los jóvenes y la formación de nuevas familias. Este fenómeno contribuye al descenso de la natalidad en España, creando un círculo vicioso que afecta al desarrollo social y económico del país.
¿Y qué hace el Gobierno? Mucho anuncio y poco ladrillo. Sánchez, que lleva en el Gobierno casi 7 años (desde junio de 2018) prometió (en 2023) 183.000 viviendas públicas para jóvenes. ¿Cuántas ha promovido? Lleva 10.206, ni siquiera el 6% de lo comprometido. Promesas que no se han materializado, titulares en medios que quedan en nada. Anuncios, sí. Tejados, prácticamente ninguno. La solución parece obvia: liberar suelo para construir. ¿Por qué no cambian la ley? Porque eso implicaría admitir que el problema es la regulación.
Hoy como ayer, la vivienda es un lujo. En la Roma imperial, como en la España progresista, quien no hereda o especula, alquila a precio de oro o malvive en lo que antes se llamaba «cuarto de la plancha». Mientras miles de jóvenes no pueden ni soñar con una hipoteca, Sánchez solo está preocupado por la suya: la que firmó con Puigdemont para seguir en su casa de La Moncloa. Una hipoteca que pagamos todos. Muchos españoles están sin casa, pero pagan una hipoteca. La de Sánchez.
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