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Tarquinio, hijo del rey de Roma Lucio Tarquinio, estaba obsesionado sexualmente con la noble y bella Lucrecia, hija de uno de los hombres más ilustres ... de Roma, Espurio Lucrecio, senador y alcalde de la ciudad, y casada con Lucio Colatino.
Año 509 aC. Aprovechando que Colatino, entonces primer ministro, estaba fuera de la ciudad, Tarquinio se plantó en su casa con la intención de violar a Lucrecia. Tarquinio llegó a su habitación, la amenazó con asesinarla si gritaba y con poner a su lado a un esclavo desnudo muerto para que pensaran que la habían matado en pleno adulterio, y la violó.
Después de que se fuera, Lucrecia pidió que acudieran su marido y su padre, acompañados por amigos de confianza, les relató lo que había sucedido y se suicidó clavándose en el corazón un puñal. Lo cuenta el historiador Tito Livio (en el siglo I aC). Enterado el pueblo romano, se desencadenó un movimiento popular de indignación contra el rey, que fue expulsado junto a su familia. Así, por una violación, terminó la monarquía romana. El último rey fue Tarquinio el Soberbio (así se le conocía).
Por desgracia, sigue habiendo violaciones -el mal existe-, pero una mujer que la sufre no tiene que añadir su suicidio a la violación. Hasta ahora, a los violadores se les juzgaba y se les metía en la cárcel (el código penal suponía penas en determinados supuestos de entre 12 y 15 años). Llevado por la soberbia ideológica y la incompetencia legislativa el gobierno de Pedro Sánchez reformó el delito de agresión sexual en el código penal y lo dejó en penas de 7 a 15 años. Lo rebajó a pesar de todas las advertencias jurídicas y sociales que se le hicieron de que iba a suponer beneficiar a violadores y agresores sexuales. La llamada Ley del «solo sí es sí» es, en realidad, la Ley de «violadores a la calle, sí o sí».
Desde que se perpetró esta atrocidad de ley en octubre de 2022, cerca de 1.000, que se dice pronto, 1.000 violadores de niños y mujeres han visto rebajada su condena y algo más de 100 han salido de la cárcel antes de tiempo. Cada vez que un violador ve rebajada su condena se vuelve a violar moralmente a estos niños y mujeres. La soberbia de Sánchez ha hecho que haya habido que esperar siete largos meses para que, esta semana, se vote en el Congreso corregir esta animalada legislativa. No solo no ha cesado a nadie, sino que la ministra de Igualdad, Irene Montero, y su partido, Podemos, que impulsaron esta atrocidad, en su soberbia ideológica, se siguen oponiendo -¡qué inhumanos!- a que se subsane esta salvajada.
La violación de Lucrecia terminó con la monarquía en la Roma clásica. ¿Cuánto le costará a este gobierno soltar a violadores a la calle? La soberbia de Sánchez y Montero es la desgracia de tantas Lucrecias.
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