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Cada vez que Catón tomaba la palabra en el Senado romano, en el siglo II aC., terminaba su intervención con la frase «Et ceterum censeo ... Carthaginem esse delenda», es decir, «y, además, pienso que Cartago ha ser destruida». No importaba el tema del que se tratara, tanto si se hablaba de política exterior, como si era un debate sobre impuestos, se discutía sobre el calendario de fiestas o se analizaba la organización del ejército, cada vez que Catón intervenía en el Senado elegido por los romanos, cada vez, repetía incansablemente «y, además, pienso que Cartago ha de ser destruida».
La expresión se ha transmitido, abreviada, como «Carthago delenda est» («Cartago ha de ser destruida»). Este Catón, que había sido en la república romana el equivalente a nuestro 'primer ministro', era conocido como 'El Viejo' para distinguirlo de su bisnieto también llamado Catón, conocido como 'El Joven', otro personaje fascinante.
Cartago era el rival estratégico, militar, comercial y político de Roma. Ya habían tenido dos guerras, conocidas como 'púnicas'. Para Catón, la supervivencia de la República Romana pasaba por liquidar a Cartago (realmente era así). La frase ha pasado a la historia como un símbolo, como un emblema de algo que es prioritario y vital.
En nuestro país, lo prioritario es recuperar los grandes consensos que nos han permitido avanzar en democracia y progresar como sociedad en derechos, en economía y en calidad de vida. Sánchez ha roto esos grandes acuerdos con una soberbia en la forma y un sectarismo en el fondo que no se habían visto nunca en estos años de democracia. Por eso, el «Carthago delenda est» que tiene nuestro país es derogar el sanchismo. Además, ya tenemos fecha para recuperar el sentido común, la moderación y la concordia, el 23 de julio.
«Derogar» en castellano significa «dejar sin efecto una norma vigente», y eso es lo que hay que hacer con el sanchismo, que ha asolado las instituciones democráticas en nuestro país.
Hay que recuperar que para pasar de curso haya que tener las asignaturas aprobadas. Hay que recuperar que esfuerzo y el trabajo sean valores básicos en lo personal y en lo social. Hay que recuperar que la educación especial tenga un tratamiento especial. Hay que recuperar que las cosas se llamen por su nombre, porque los problemas no se solucionan cambiando el nombre de las cosas. Hay que recuperar la independencia y el prestigio de las instituciones. Hay que recuperar que no se pacte con los asesinos etarras, ni con los independentistas, ni con los extremistas podemitas. Hay que recuperar que los okupas no campen a sus anchas en las viviendas ajenas. Hay que recuperar que si alguien comete un delito de malversación pague por ello.
Para recuperar todo esto y muchas más cuestiones vitales para el progreso y para la convivencia en nuestro país hay que derogar el odio, el sectarismo, el cinismo, la incompetencia, el frentismo, y la soberbia de Pedro Sánchez. «Sanchismo derogandum est».
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