Urgente El Euromillones de hoy viernes deja un nuevo millonario en España

Si usted está leyendo esto es que yo he cogido el vuelo con destino a Venezuela y no sé qué suerte habré corrido. Escribo en una sala de espera del aeropuerto de Bruselas mientras, junto a otros eurodiputados, decido qué hacer. Como todos los observadores internacionales invitados por la candidatura de la oposición democrática, recibimos una llamada advirtiéndonos de que no somos bienvenidos al proceso electoral y que, si nos aventuramos a viajar, como mínimo, seremos expulsados de inmediato. Pedimos que esa instrucción se nos diera por escrito para impugnarla, al menos políticamente, pero la voz oficiosa se negó. No sería mi primera vez, hace cinco años, cuando Juan Guaidó fue proclamado presidente encargado del país y quise entrevistarme con él, ya me retuvieron en un hondo cuarto policial y después me embarcaron en el primer avión que salió de Caracas.

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La prudencia exige que renunciemos a volar; sin embargo, resulta inaceptable que a los políticos españoles de extrema izquierda y al expresidente Zapatero se les permita entrar en Venezuela para legitimar un posible golpe de Estado, pero a los acompañantes de la oposición se nos amenace con todo tipo de males para que no nos atrevamos ni a asomar la nariz. La última vez que pude hablar con María Corina Machado, me dijo: «Por favor, no dejen de venir, contamos con ustedes, las voces que le pueden contar al mundo la realidad de lo que está pasando son ustedes, no se pierdan este día histórico, no sólo para Venezuela, sino para Iberoamérica». Y me pregunto, después de tanto asesinato, tanto secuestro, tanto exilio, tanta tortura, tanta pobreza..., si me llaman a alistarme en las filas de la libertad, ¿tengo derecho a dar un paso atrás? Creo que no.

La hora de coger el avión se acerca. Maduro ha prohibido que la oposición tenga interventores en las mesas. La quiere ciega. Créanme, pese a todo, la oposición ganará las elecciones, aunque el régimen intente hacer un pucherazo y en ningún caso reconozca su derrota. Por eso, ahora, cierra las contraventanas, para que no se vea el crimen que planea cometer. Pues bien, si la dictadura cae, quiero celebrarlo, codo con codo, con el bravo pueblo venezolano, pero, si se le roba el poder a la gente puesta en pie, mi deber será prestar testimonio en Europa. Conque, mientras usted me lee, es muy posible que yo esté ya en un avión de regreso, expulsado por los chavistas. Pero voy a intentar meterme. Y valdrá la pena porque este domingo toda la democracia del mundo se juega la vida en Venezuela. Allí no se rinde nadie y aquí tampoco. Despegamos.

Toda la democracia del mundo se juega la vida en Venezuela. Allí no se rinde nadie y aquí tampoco

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