Secciones
Servicios
Destacamos
El próximo día 20 tomará posesión Donald Trump y, por lo que anuncia, se avecina una fuerte ofensiva contracultural hacia todo lo europeo. Vamos a un escenario global que se parece mucho al patio de un colegio sin profesores, en el que el niño fuerte y su amigo, el niño más rico, imponen sus normas, mientras desde los urinarios acecha la pandilla de los repetidores: China, Rusia, Irán y Venezuela. Los europeos somos los pardillos en este nuevo panorama, nos avergüenza invertir en Defensa y estamos divididos. Nos sorprende que los EE UU hayan podido votar a un fanfarrón de presidente, sin caer en la cuenta de que la retórica buenista y falsa que compramos nosotros no está menos averiada. Las naciones se preparan para un mundo posteuropeo porque Europa ha dimitido de los rigores del liderazgo, a los europeos nos falta valor para decirnos las cosas como son y plantar cara a nadie. Sin ejércitos, sin política exterior común, sin fábricas ¿qué queremos?
La existencia de la Unión Europea es la gran diferencia a nuestro favor respecto de ninguna etapa histórica anterior, juntos somos fuertes, somos alguien. Aquello de que en Europa hay dos tipos de países, los pequeños y los que no saben que son pequeños, nunca tuvo más sentido que ahora. Es cierto que la UE es un proyecto inacabado que no se decide a ser una federación ni una confederación de Estados; que el Consejo Europeo está actuando como una alianza intergubernamental antes que como la cabeza de unos futuros Estados Unidos de Europa y que la Comisión funciona tal que una administración descabezada que no atiende a lo importante y abusa de las decisiones irrelevantes. Sí, todo eso es verdad, pero sin la UE no podría Dinamarca defender Groenlandia, las repúblicas bálticas no serían capaces de protegerse de Rusia y a nosotros hace mucho que Marruecos y Argelia nos habrían perdido del todo el respeto. En el tiempo que viene sobran los políticos naifs, pero también los que sólo miran a las próximas elecciones. Ojalá fuera capaz de hacerme oír cuando advierto que la edad de las maneras elegantes ha pasado y entramos en un periodo en que la ley de la calle sustituirá a la ley internacional. Y que los demócratas también hemos de municionarnos.
El mundo democrático está bajo ataque ideológico, propagandístico y militar, y no somos conscientes de ello. Las autocracias colaboran entre ellas. Estamos penetrados por el populismo y el nacionalismo. La desglobalización nos sorprende desindustrializados y abiertos comercialmente. No acabemos siendo la colonia digital de nadie. Europa, ¡despierta!
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.