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Una pica en Flandes

Sé libre, no te compres un coche

Sábado, 11 de marzo 2023, 23:33

Sientan piedad los dioses por aquellos que, como tú, se vean obligados a cambiar de coche en estos tiempos de precios alpinistas y lechugas en los altares porque están abocados a confundir la bragueta cerrada con los bolsillos y a rechinar los dientes. El primer acto del drama se titula: «8,5, mínimo, de interés». Si pudieras esperar un año quizá encontrarías dinero más barato, pero dado que necesitas el coche para ganarte el pan con el sudor de tu frente y para irte de «weekend» con la persona progenitora con útero de tu pareja binaria, pues eso, que financiarlo te va a costar un huevo, un ovario o un «huevario», según lo que sientas que te cuelga. Y no digamos la tragedia que representa elegir entre gasolina, diésel, híbrido, eléctrico, hidrógeno, bombona de gas, propulsión a pedo... Una lotería en la que no sabrás cómo acertar: si te equivocas de opción y dentro de cinco años los automóviles ya no son enchufables sino, un suponer, rellenables de gin-tonic o mala leche, te vas a hundir en la ruina. Imagina, por ejemplo, que compras eléctrico y el futuro es del hidrógeno, ese coche no lo revendes, te lo comes con patatas.

Una idea lleva a otra. Te han explicado un nuevo sistema para feriarse el auto, llamado «flexible», oye..., que te parece la solución universal para el matrimonio, o la pareja estable, o el acompañamiento de vida, o la nueva ilusión, o como se quiera llamar al amancebamiento transgénero. La cosa consiste en que pagas poco cada mes y a los cuatro años decides si te quedas el vehículo dando lo que falta, o si lo devuelves, o si lo cambias por otro, o si lo refinancias. Y ya te estás imaginando el «matrimonio flexible», con plazo fijo de renovación y todas esas posibilidades en el mercado de los «kilómetro cero», segunda mano y seminuevos. Claro que maridos, maridas o marides (por no poner «mujeres»), no son objetos sino sujetos, conque no sirve eso de devolver al cónyuge, puesto que lo más probable sería que el refrescado siempre fueras tú, por coñazo. Y regresas a lo del carro.

Te preguntas cómo vamos a llevar los cargadores eléctricos a los coches que duermen en la calle, cuánta electricidad haría falta para recargar todos los que hay en España o, si recargar cuesta veinte minutos, en qué motel esperarán los que hagan cola en una electrolinera de la autovía de Madrid un 1 o un 15 de agosto. ¿Alguien responsable de los puestos de trabajo que se pierdan, digamos que en Ford? Y concluyes que lo hemos hecho tan mal que sería mejor volver al caballo, que no contaminaba y funciona con hierba. Que, por una vez, lo verde saliera barato.

Imagina que compras eléctrico y el futuro es del hidrógeno, ese coche no lo revendes, te lo comes con patatas

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