Urgente Óscar Puente anuncia un AVE regional que unirá toda la Comunitat en 2027

Dice Pedro Sánchez que, durante su reunión con el primer ministro hebreo, ojo, invitado en Israel, tuvo que visionar veinte minutos de imágenes de atentados y crímenes de Hamás, y lo califica como una anécdota. «Les cuento una anécdota», dice eso. «Tuve que visionar», también dice eso. Pero yo debo añadir que he visto el mismo vídeo, me invitó a «visionarlo» la embajada de Israel, y no «tuve» que aceptar porque me pareció obligatorio. No dura veinte minutos, sino casi una hora, por lo tanto, Sánchez se levantó a media proyección. Recoge parte de las imágenes grabadas por las cámaras que llevaban adosadas los terroristas y por los móviles de sus víctimas el pasado 7 de octubre, cuando 1.200 personas fueron exterminadas y, al menos, 240 secuestradas. Y puedo asegurar que, al apagarse la pantalla, la última palabra que me vino al pensamiento fue: «anécdota».

Publicidad

Vi bebés asesinados, mujeres violadas y padres hechos explotar con sus hijos o delante de sus hijos. Vi una cacería a campo abierto de jóvenes que huían de un concierto por la paz, tiroteados desde coches como animales asustados. Escuché la llamada de un terrorista celebrando que, con sus propias manos, había degollado a diez «perros», o sea, a una familia completa de israelíes, y otra en que dos amigos se alegraban de haber regalado la cabeza de un soldado a los niños para que jugasen con ella y haber ahorcado a otro soldado en la plaza para que el pueblo se divirtiera con él. Vi cómo los asesinos se hacían autofotos, presumiendo, pisando los cuerpos de sus muertos: muchachas semidesnudas, ancianos con el rostro deformado a golpe de azada, despojos en bañador, cadáveres descalzos y rotos, igual que salidos de una catástrofe aérea. Y vi…, vi a uno de los criminales que le preguntaba a un chico, después de haber reventado a su padre con una granada, si tenía agua en la nevera o, joder, sólo Coca-Cola. Vi la mayor matanza de judíos desde Hitler y no me pareció una «anécdota».

Me impresionó que los ajusticiados se parecieran tanto a nosotros, siempre pasa con los atentados. El ataque podía haber sido en cualquier pueblo español, contra cualquiera de nuestros vecinos. Está claro que la respuesta de Israel no puede provocar otras víctimas igual de inocentes, so pena de perder la razón. Pero que Sánchez ofenda a la democracia agredida, reciba la felicitación de los despiadados agresores y no se pregunte en qué se ha equivocado, da la medida de hasta qué punto ha perdido la noción de moralidad. Una anécdota, ¿no? Pues yo, como Israel, llamo a consultas a mi embajadora ante Sánchez, ese desahogado.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Empieza febrero de la mejor forma y suscríbete por menos de 5€

Publicidad