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El pasado día 9 se cumplieron 700 años de la muerte de Marco Polo, el personaje que ha dado nombre a la mayoría de las agencias de viajes de Occidente. Como nuestro Ruy González de Clavijo, mucho menos conocido que el italiano y que no tiene agencias con su nombre, Marco Polo se marchó al fin del mundo, regresó y lo contó en su 'Libro de las Maravillas'. En su tiempo, viajar era lo raro, ahora lo raro es no hacerlo. Además, por desgracia, los viajes de hoy no tienen nada que ver con los de ayer. No sólo es que se contratan seguros para eludir lo imprevisto, esto es, la aventura, sino que, también, adonde vayas siempre hay alguien a quien conoces que ya estuvo y allí se presentan miles de personas a la vez que tú persiguiendo la misma foto con el mismo monumento detrás. La Venecia de Polo, por ejemplo, se ha transformado en un parque de atracciones, un decorado, en el que los turistas, que es la nueva designación de los antiguos viajeros, chocan unos con otros, igual que hormigas sobre un escarabajo muerto, puesto que en Veneciano queda vida.

Incluso, hay épocas del año en que si no viajas es porque te has arruinado o estás muerto, no cabe otra explicación. En verano o en Semana Santa se ha vuelto socialmente obligatorio marcharse a algún sitio y contarlo en las redes sociales. Las cosas que antes te ocurrían en tu día a día, como enamorarte, recuperar la fe, despedirte de soltero, engordar o cruzarte con animales sueltos, actualmente tienes que irte lejos para que se entienda que te pasen. Y lo peor, que todo el planeta ya es casi igual: idénticas cadenas de restaurantes, tiendas de supuesta artesanía, hamacas de playa, copas o música de moda. Da igual donde estés, el reguetón te persigue. Los destinos turísticos del último confín se parecen en todo a los de tu pueblo y en los museos recibes pisotones, codazos y frotamientos de sudor ajeno por asomarte a ver las obras maestras. En ningún lugar al que vayas te sientes solo, extraño o incomunicado, lo cotidiano sucede de viaje. Somos nómadas, sí, de chalé, de crucero o de piso turístico, pero puñeteros nómadas que circulan como bancos de peces.

Los viajes que me interesan van a destinos imposibles: la Atlántida, Camelot, el bosque de Lothlórien, el imperio Galáctico, Manderley, la cara oculta de una camisa que me sé... Si Marco Polo resucitase hoy y quisiera repetir su hazaña de hacer lo contrario que sus contemporáneos, no viajaría a ninguna parte y su exitoso libro sería el de la maravilla de quedarse en casa. Si la manada se marcha, mejor decirle adiós y convertirse en un Robinson del hogar.

En verano o en Semana Santa se ha vuelto socialmente obligatorio marcharse a algún sitio

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lasprovincias Marco Polo sería un tipo muy casero