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Una pica en Flandes

No hay medicina, sino médicos

Sábado, 15 de abril 2023, 23:56

Dice mi padre que, cuando uno se hace cargo de lo complejo que resulta el cuerpo humano, es fácil concluir que el milagro no consiste en curarlo, sino en que funcione sin dificultad durante tantos años. Y sostenían los médicos de su generación que no hay enfermedades, que hay enfermos y que son diferentes. Pero eso ha cambiado: la longevidad ya no es un privilegio que la naturaleza concede o no según su capricho, se ha transformado en un derecho que se frustra injustamente cuando el azar quiere que lo inevitable acontezca. También ha dejado de haber enfermos, ahora sólo existen enfermedades y, por tanto, protocolos para tratar a cada una según su propio patrón internacional. Todavía no diagnostica una inteligencia artificial con base de datos en la nube, pero sí una plantilla de respuestas binarias que se mueven por un árbol de conclusiones preestablecidas. La medicina se olvida del arte para convertirse en burocracia. Tenemos los médicos más vocacionales, pero les forzamos a practicar medicina de test de autoescuela. Nadie echa tanto de menos las visitas a domicilio y el hablar con los pacientes de antes como los médicos de hoy.

Cuantos se entregan a la atención de quien sufre por el mero hecho de que sufra y no porque obligue el reglamento, compartirán conmigo que la noticia de la semana es que, en África, se ha empezado a inocular la primera vacuna contra la malaria, cruel secuaz del hambre. Se espera que evite más de medio millón de muertes anuales. Será fabricada por el Serum Institute de India, el mayor productor mundial de vacunas, que se propone disponer de más de 200 millones de dosis anuales. ¿No es para sentirnos orgullosos? Que en estos tiempos de guerra y destrucción climática seamos capaces de plantar cara a una muerte que se alimenta de niños y mujeres de los países más pobres constituye un éxito, además de una esperanza, que nuestra especie debe a su inteligencia. Y si logramos vencer a la malaria, ¿por qué no proponernos cosas que dependen de nosotros, como desarmar misiles nucleares, quemar en público los burkas o erradicar el odio político? Pues porque no tenemos suficientes médicos para tanto sanar, creo yo.

Trabajan a destajo, les pagamos poco, pierden reconocimiento social, por un «desvístase, por favor» puede caerles una demanda..., ¡y aún tenemos las facultades de Medicina llenas! La malaria no la va a curar una pauta administrativa, sino el empeño humano. Y eso son los médicos: idealistas de la vida. Convertirlos en contables de síntomas es enjaular canarios para que canten a coro. No hay medicina, hay médicos, que se enteren sus jefes.

La malaria no la va a curar una pauta administrativa, sino el empeño humano

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