Somos tan idiotas que nos precavemos de la inteligencia artificial sin darnos cuenta de que esa inteligencia alternativa sólo ocupará el espacio que le deje libre nuestra propia inteligencia, igual que los dientes artificiales, de oro o porcelana, tan favorecedores ambos, únicamente se acomodan donde se les abre hueco. Cada día pensamos menos, y ese es el tema. El peligro no consiste en que la inteligencia humana tenga suplente, sino en que nuestra inteligencia titular, la natural, se retire, se adormezca por falta de uso y facilite su sustitución. En efecto, antes de ceder a la inteligencia artificial la responsabilidad de pensar, ya hemos delegado en los teléfonos móviles nuestra aptitud para relacionarnos, fantasear o seleccionar recuerdos. El móvil es el sacacorchos que nos vacía la cabeza para que luego venga una inteligencia postiza a rellenarla.
Publicidad
Resulta trágico recorrer el pasillo de la cabina de un avión o de un vagón y apreciar a todos los viajeros concentrados en sus pantallas tal que una vacada se fija en el comedero. Bueno, a veces encuentras a alguien con un libro, o que conversa, pero puede considerarse milagrosa tanta resistencia a la droga cerebral de los jueguecitos, los álbumes automáticos y la relectura de mensajes. Para pensar se precisa cierto silencio interior y algo de aburrimiento, la actividad es enemiga de la reflexión. En ese sentido, la evasión mental permanente en que consiste semejante adicción universal al móvil acaba consiguiendo que no se nos ocurra nada, nos prepara para el implante o control de otra inteligencia protésica que se tomará el trabajo de pensar por nosotros y nos permitirá seguir dándole a Candy Crush eternamente o mirar fotos ajenas en un desplazamiento continuo o 'scroll infinito'.
El pasado 12 de octubre asistí a los fuegos artificiales que se organizaron en la plaza de la Cibeles y mi pasmo fue descubrir que la inmensa mayoría de los asistentes miraban cómo se iluminaba el cielo, sí, ¡pero a través de sus teléfonos! No veían, ¡grababan! ¿Para qué? ¿Para quién? Para nadie, nadie prestará atención a esos vídeos. No tomaban imágenes por guardar memoria, sino porque no saben dejar el celular tranquilo en el bolsillo. Aunque sea trágico reconocerlo, perdemos la capacidad de disfrutar de cualquier experiencia si el móvil no la está grabando. Tan espongiformes de mollera que un peluquín de inteligencia artificial acabará siendo nuestra solución. Oye, y ya puestos..., ¿tú crees que la inteligencia artificial, cuando llegue, se distraerá también mirando su móvil? Ni por un segundo. Pues eso.
Empieza febrero de la mejor forma y suscríbete por menos de 5€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
La víctima del crimen de Viana recibió una veintena de puñaladas
El Norte de Castilla
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.