Urgente La Lotería Nacional del sábado deja el primer premio en un popular municipio valenciano y otras cinco localidades

Cuando dice que Europa es una isla de paz, pero que no es una isla. Que los europeos logramos una paz estable entre nosotros, después de siglos de haber hecho del matar una industria próspera, pero que, en el mundo de hoy, el estado natural de las cosas es la violencia y la guerra. Y que los EE. UU. se han marchado y han vuelto al imperialismo norteamericano del siglo XIX. El llamado «fin del conflicto de Ucrania» que negocian Trump y Putin, esto lo digo yo, en realidad es un reparto de Ucrania entre las dos superpotencias. Putin no sólo obtiene los territorios ocupados, también aspira a que el país no entre en la OTAN ni en la UE y quede como un Estado satélite ruso. Trump, por su parte, busca quedarse con las explotaciones ucranianas de minerales críticos, desplazar a la UE de la resolución del enfrentamiento y la indiferencia de Moscú y sus aliados, Irán, por ejemplo, hacia su propuesta para Gaza. Simplificando la transacción, van a cambiar Ucrania por Gaza. Sin menospreciar la importancia que tiene para el equilibrio mundial que Rusia deje a China por los EE. UU.

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Y nosotros no podemos rendirnos, ni por simpatía ni por ideología. Antes que trumpistas todos somos españoles y europeos.

El discurso en Múnich del vicepresidente americano, JD Vance, disfraza de alternativa ideológica lo que, en realidad, es un esfuerzo estratégico para liquidar nuestra unidad política y desarticularnos.

Sembrar la discordia política entre los europeos, incluso sufragarla, como ocurre en la presente campaña electoral alemana, es la forma más rápida que existe de acabar con esta Europa unida que nos ha convertido en un modelo histórico de paz, democracia, prosperidad y bienestar. Es sospechoso que el discurso del patriotismo sirva para unir a los EE. UU., pero para desunir a Europa. Digamos que nos quieren aplicar un brexit a gran escala. Si Putin gana en Ucrania, lo siguiente será Polonia y las repúblicas bálticas y, si los americanos se van de nuestra frontera Este, además, nos veremos desarmados. Al menos, que semejante escenario, no improbable, nos encuentre formando una piña azul con su círculo de estrellas.

Ser europeo es el patriotismo de mi generación porque sabemos que sin Europa no hay posibilidad alguna de que sigamos siendo españoles, italianos o portugueses con dignidad. Los nuevos imperialistas de todo cuño prefieren que Europa deje de existir y que nuestras naciones se avengan a la irrelevancia y clientelismo, esta es la incómoda verdad. España, sin la Unión Europea, hoy sería una colonia en busca de metrópoli, tal vez otra Venezuela, ¿o no?

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