No sé qué vino peleón, garrulo y cuartelero, pero consagrado, sobre todo consagrado, corre disuelto en nuestra sangre celtíbera para que, por estos pagos, nada guste más a un anticlerical que imitar al clero. Como si la institucionalidad civil no pudiera concebirse sin copiar a la eclesiástica, tal vez porque en España siempre hubo más Iglesia que Estado, o como si, después de siglos sin pan ni dientes, aquí nadie hubiera obedecido más que a los curas trabucaires, cada vez que se quiere inventar una nueva ceremonia civil se importa directamente de la religión, sustituyendo al Cristo por banderas y al Evangelio por unos versos de san Mario Benedetti. Convertir lo ateo oficial en trasunto de lo cristiano ceremonial desvela poca imaginación, como mínimo. El último plagio viene de los promotores de la cabalgata de las reinas magas y consiste en bautizar a «les niñes» por lo civil. A los defensores de la libertad individual, eso de que el ayuntamiento nos bautice como si la Administración fuera una confesión religiosa nos acojona bastante. Además, resulta cómico ver al alcalde de Valencia jugando a ser canónigo sin agua bendita, pero con canonjía, molicie y panza apropiadas.
Publicidad
Imagino que lo próximo de Joan Ribó serán las confesiones por lo civil. Padre, digo progenitor, me acuso de no practicar la pansexualidad; de leer libros escritos por hombres binarios, de raza blanca y devotos del güisqui y de los amores desestructurados; de comer carne de vaca más de una vez a la semana y que me guste; de no agradecer lo suficiente esos matojos autóctonos que ahora crecen donde por fin se ha exterminado al césped invasor; de contar chistes verdes; de ser futbolero; de no usar patinete... ¿Y de pensamiento? Sí, progenitor, también peco por lo civil de pensamiento; me acuso de mirar de reojo a pibones de cuerpos asquerosamente normativos y de emocionarme con las películas de vaqueros, cuajadas de estereotipos violentos y de género. La penitencia por lo civil será dura, fijo, por mi contumacia facha. Como poco, compartir la visa con un pisete okupado, pagando sus pizzas por Glovo, o rezarle por lo civil a Ada Colau para que me perdone por enfadarme cuando me organizó un escrache educativo en la puerta de mi casa. Y nos absolverán por lo civil.
Pues este Joan Ribó aprovecha hoy la campaña electoral para asistir, por primera vez después de ocho años de alcaldía, al Traslado de la Mare de Déu en Valencia. Pero no se asuste nadie, no se está traicionando, él asiste por lo civil. Y para estudiar cómo organizar una Misa de Infantes por lo civil si lo volvemos a elegir.
Empieza febrero de la mejor forma y suscríbete por menos de 5€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.