Urgente El precio del tabaco cambia a partir de este sábado en decenas de marcas

Esta campaña electoral deja heridas que costará cicatrizar. Hemos visto a periodistas actuar como agitadores de sus propios prejuicios y a medios de comunicación, tradicionalmente profesionales, sumarse a la propaganda tal que órganos de partido. Bajo la premisa de combatir la mentira, se ha sopesado el fundamento de las afirmaciones de unos candidatos y las de otros no. A unos, se les ha juzgado por sus hipotéticas alianzas futuras, que tal vez al final resulten innecesarias y, sin embargo, no a los otros por las que sostuvieron en el pasado reciente y que, en todo caso, precisarían para volver a gobernar. Se ha denigrado a unos, exigiéndoles pedir perdón por sus malas intenciones, sacando frases de contexto, insisto, medios de reconocido prestigio no hace tanto, mientras que a otros se les preguntaba por el color de los bancos de un parque de Galapagar para arrancarles esa frase bonita que pide mármol.

Publicidad

Hasta la Comisión Europea ha tenido que corregir titulares, cosa que no suele suceder siquiera con Hungría o Polonia. Y después de la batalla, qué. Si a continuación de una campaña de destrucción masiva ya es difícil restaurar la confianza entre políticos, ¿cómo disimularemos esas tribunas convertidas en trincheras? ¿Hay quien crea que es fácil perdonarnos cuanto le hemos hecho a España, que el lunes seguiremos tan normales, como si no nos hubiéramos dicho nada? ¿Quién nos ha arrastrado hasta aquí? ¿Quién cambió las formas respetuosas de la política y el periodismo? ¿Valía la pena este desgarro por ese «alguien»?

Nuestro país debería salir del día de hoy más unido, más vertebrado, más plural..., pero me temo que, si no lo evitamos entre todos, ocurra justo lo contrario, que estas elecciones se ganen o se pierdan por la siembra de odio, escarnio y maniqueísmo. Pobre España cuya ruina se enarbolará como victoria de Caín. Ay, España, nieta de la reconciliación de nuestros padres, pero hija de nuestra náusea de polizones.

Nuestra patria no la sostendrá una mitad de españoles contra la otra. Por nuestro bien, recomencemos

Yo pido que votemos al partido que cada uno crea que lo hará mejor, pero que votemos. Y después, que demos por zanjada esta campaña electoral de la canícula y el sudor dentro de la cabeza y que nos abracemos sin preguntar a quién ha votado cada cual.

Hemos vivido este último mes como si fuese una película de ciencia ficción, humedad y fuego por el aire, políticos serpiente de cascabel, ponzoñosos, y miedo sofocante como único argumento de fe en el líder, pero ya está bien. Nuestra patria no la sostendrá una mitad de españoles contra la otra. Gane quien gane, volvamos al principio. Por nuestro bien, recomencemos.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Empieza febrero de la mejor forma y suscríbete por menos de 5€

Publicidad