Seguro que el alcalde de Vilna, la capital Verde Europea del año próximo, ya sabe qué es el Agua de Valencia, la otra, la de color naranja. Alguien se lo ha tenido que explicar. Porque la organización de eventos internacionales no consiste solo en asistir ... a áridas sesiones de trabajo sobre la implementación de las medidas contra la «petjada de carboni», sino que alguien tiene que explicarle a Patrick Child, director general adjunto de Ambiente de la Unión Europea, qué es el «arros del senyoret» y por qué le llamamos así...
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El señor Child, que en su día fue jefe de gabinete de Benita Ferrero-Waldner, es uno de los buenos funcionarios británicos que trabajan en Bruselas aunque su país haya dejado la Unión Europea. Cada uno tiene derecho a hacer su carrera y Child, ahora, parece feliz en esa tarea de estimular el avance de las ciudades por combatir los efectos del cambio climático, o lo que sea que dicen que tiene que pasar. Claro que Child, que también trabajó en el departamento del Tesoro británico, sabe muy bien que en todo esto del clima lo que hay en juego es pasta, muchísima pasta; dinero de empresas públicas y privadas en la aplicación de medidas y dinero a ganar, mucho también, en las empresas que han de proveer tecnología, servicios, y desde luego propaganda, a todo el inevitable negocio que lleva aparejada la lucha contra el cambio climático.
Patrick Child, que acababa de visitar el puerto con José Marí Olano como guía, seguro que fue promotor de una reunión clave: la que ha llevado a alcaldes españoles, con María José Catalá al frente, a pedir recursos para la aplicación de medidas climáticas. Conviene saber que, en el Ayuntamiento, y a lo mejor estalla antes del otoño, hay un resquemor cada día más evidente contra el ninguneo de Pedro Sánchez a los asuntos de la ciudad de Valencia. Están dolidos, sobre todo, en el bolsillo. Porque el zar no responde a la petición de singularidad que podría favorecer el mecenazgo a la Valencia Verde; razonan en el Ayuntamiento que la Moncloa y el Temple politizan hasta el agua de la Albufera y que si uno quiere ser avanzadilla medioambiental en un ayuntamiento del Partido Popular lo tiene doblemente difícil porque el reparto de etiquetas ideológicas ya está hecho.
Con todo, se trabaja en silencio por la declaración de Reserva de la Biosfera. Y funciona, funciona muy bien, como si cada mañana ensayaran los discursos, el tándem Catalá- Mazón. Esta semana, en el congreso del Clima, cuando Mazón subrayó el papel de liderazgo que le corresponde a Valencia, que ha de ser ejemplar como 'cap i casal', el dúo sonó especialmente afinado. Sobre todo, en algo que se dijo sinceramente: no se trata de ponerse la medalla medioambiental el primero, sino de contagiar mediante liderazgo.
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