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Yo no sé todavía si quiero o no una nueva edición de la Copa América para Valencia. Lo que sí tengo claro es que el PP, en dos días y medio, le ha ganado el saque al PSOE a propósito de este tema. Porque, en ... apenas unas horas, ha logrado lo que en modo alguno le conviene al socialismo: que los conservadores se consagren ante el público como una formación positiva, optimista, dinámica y asertiva, mientras ellos se quedan arrinconados en su esquina, en el inconveniente rincón del no, para asumir una vez más el papel de los negacionistas, los pesimistas, los retardatarios y los contrarios a las oportunidades.
Insisto: no ha habido tiempo material para tener información cabal sobre la Copa América. Pero me atrevo a decir que ese es un asunto secundario. Porque la sustancia, para mi forma de ver el escenario valenciano, es que, desde que Ximo Puig se fue a Paris, hay cuatro personas que se quedaron al cuidado del predio del centro izquierda valenciano y las cuatro, todos los días, y varias veces al día, parece que pugnan por presentarse como campeonas de la negatividad, el pesimismo, la antipatía y la falta de conexión con el pueblo valenciano mayoritariamente concebido.
No, en política no es saludable asumir tan intensamente el rol de señorita Rottenmeier ni se puede jugar a ser perpetuamente un desagradable don Cicuta. Con todos los temas, con todos los proyectos, todos los días y en todas las ocasiones, no se puede. O no se debe... Se puede y se debe hacer oposición. Se puede y se debe contradecir a Carlos Mazón y sus consellers y criticar los proyectos, intenciones e ideas de María José Catalá, faltaría más. Pero tanto la ministra Diana Morant como la delegada Pilar Bernabé, tanto el síndico José Muñoz como el portavoz Borja Sanjuán --por cierto, Wikipedia sigue considerando a Sandra Gómez y Manolo Mata en sus antiguos cometidos-deberían, desde mi punto de vista, modular el negativo avinagramiento que les caracteriza.
La primera razón es porque ya hacen casi caricatura y empieza a ser asunto de chacota popular. Y la segunda razón es porque las formas de entender el progreso de una ciudad o una región vienen cada día menos cortadas por el patrón obsoleto de los burgueses y los proletarios, del que abusa y el que carece, del que explota y es explotado. Y, sobre todo, porque lo razonable, en este tiempo y lugar del mundo, es hablar las cosas con calma, observar los asuntos desde distintas facetas, verles los pros y los contras... y en ocasiones sí, incluso consensuar con el gobierno en beneficio de la mayoría.
No sé aún si sobre la Copa América; pero está la financiación, el corredor, algo... Hablo, a fin de cuentas, del arte de caer bien o mal. Es la gracia de no parecer unos aguafiestas...
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