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Si Donald Trump, en un delirio, ha consentido que manipulen su imagen y le disfracen en las redes como Papa de Roma, no es mucho, ... la verdad, lo que nos queda por ver. Bueno, está la Tomatina de Buñol, que se va quedando como un espectáculo soso y conservador. Y está esa raya blanca en el firmamento, la que precederá al gran fogonazo termonuclear, el último y definitivo apagón. ¿España y Portugal? No, más, mucho más...
En un intento de salir de mi asombro he intentado comprender cómo ha sido posible una de las imbecilidades más portentosas que he visto nunca: la de Compromís haciendo que la imagen del presidente Mazón saliera en una pantalla de Times Square. Pero lo que imaginas como un diabólico jaqueo informático, es algo verdaderamente banal: por 150 dólares puedes hacer que tu cara -tu mensaje, tu libro, tu amor, tu enemigo- aparezca en una pantalla, durante quince segundos cada hora, a lo largo de un día entero. Y si no puedes estar en Nueva York para verlo, es igual, te mandan a casa el testimonio.
¿Cuándo se cansarán las víctimas de la inundación de que socialistas y nacionalistas utilicen, manipulen y traten de sacar provecho político de su dolor? ¿Cuándo dejaremos los medios informativos de consentir que eso pase impunemente? ¿Cuándo se dejará de atosigar la presunción de inocencia de una persona que fue elegida y no se aviene a dimitir? Han pasado seis meses de la inundación, seis largos meses, y nadie, ninguno de los cuatro partidos que enmarañan e intentan amargar nuestras vidas, ha sido capaz de mostrar todavía, en un puñadito de folios, sin alardes ni insultos, un plan de futuro viable para la Comunidad Valenciana. Ni tampoco un candidato de futuro, dicho sea de paso.
¿Cuándo pasará la política valenciana a la aceptación de que es imprescindible llegar a un pacto de Estado -mucho mejor si es de populares y socialistas solos- para sacar a la Comunidad Valenciana del atolladero en el que está metida desde hace medio año? ¿Es que nadie se percata de que dejar las cosas como estaban el día 27 de octubre, lejos de ser un objetivo es un error? ¿No se ve claro que lo que se está haciendo no es reconstrucción sino reiteración aumentada de las equivocaciones cometidas en los últimos siglos?
La banalidad y el esperpento lo han invadido todo, hasta la respetabilidad que los presidentes de Estados Unidos tenían de sí mismos y de la nación a la que se deben. Ese Times Square que hace ochenta años celebró el final de la Guerra Mundial en Europa es ahora un adefesio, un ridículo enclave que es mejor sortear. Hasta las papeleras urbanas -sencillas o dobles- se alquilan allí para anuncios personalizados. Basta ya, si es posible.
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