El informe de sostenibilidad ambiental del Plan General de Ordenación Urbana de Catarroja es de una amenidad insuperable. Se trata de un documento de 231 páginas que deslinda el distinto riesgo de inundación que hay en la localidad; y que avisa de que, en el ... extremo norte del casco urbano, llega al nivel 1. Es decir, que en esas calles hay un peligro de inundaciones con «frecuencia menor de 25 años y calado alto, mayor de 80 centímetros, en las zonas más próximas al barranco del Poyo».

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La penúltima riada notable del barranco, con inundaciones, ocurrió en octubre del 2000, hace veinticuatro años. El periodo de recurrencia que propusieron los técnicos de la firma Segura y Roldán, y que el Ayuntamiento dio por bueno en el año 2011, acertó de pleno. De modo que yo me pregunto, si llega el caso, qué hará un juez que tenga que dirimir en una querella, demanda o lo que corresponda. ¿Se dejará influir por el hecho de que en Catarroja tengan una avenida de la Rambleta y una calle del Charco en el nomenclátor oficial? ¿Entenderá el magistrado que Catarroja y las demás poblaciones concernidas están asentadas en una milenaria zona de riesgo o no lo querrá ver?

Sería buena cosa que se tuviera en cuenta: la demanda de los particulares puede llevar a una catástrofe judicial parecida al proceso (50.000 folios, cinco años) de la Pantanada de 1982; y una reclamación de los ayuntamientos puede conducir a que la justicia, para empezar, exija a los respectivos alcaldes lo que debieron hacer y no hicieron: proteger, proteger y proteger. Con documentos tan inspiradores como el 'Anejo 04. Inundaciones históricas', del 'Estudio de inundabilidad del sector PP4 en Aldaia'. En él, los magistrados, y cualquiera, pueden tener noticia de las riadas de 1949 y 1957, antiguas y desastrosas; pero también detalles jugosos de la inundación de 1983, casi desconocida. El documento, impagable, ya ilustra sobre las dos más recientes, las de 1988 y 2000: ya fueron dañinas para buena parte de los pueblos que ahora vuelven a sufrir, pero sobre ellas ya hay hidrogramas de la rambla del Poyo hechos por la Santa Confederación.

Cuidado, sí, mucho cuidado con los papeles. Atención a esas licencias de reconstrucción que se quieren conceder sin demora ni burocracia, pero que pueden consagrar riesgos y errores antiguos. Y cuidado también con todo lo que en su día los consistorios aprobaron y no han querido cumplir: desde terrazas siempre practicables desde el interior hasta prohibición absoluta de uso de sótanos para otra cosa que no sean garajes. Cuidado, pues, con las demandas y las querellas, no vaya a ser que un magistrado sea del terreno y haya oído alguna vez aquel refrán perdido que decía «a la vora del riu no faces niu».

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