Deje de hacer esa oposición avinagrada», le recomendó el presidente al líder del PP, en uno de los debates de esta semana. Y es que tenemos un gobierno tan completo, tan omnisciente y omnipotente, que ya hace tiempo que intenta configurar a la oposición. Que ... se empeña en ser como es, poco comprensiva y nada simpática, incorregible, pesada y agria; un modelo que Sánchez rechaza como poco constructivo y, sobre todo antiguo. Porque «avinagrado», si lo dice Sánchez, lleva una pesada carga interior: la de franquista.
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La España siempre partida en dos, la eterna España de Joselito y Belmonte, se divide ahora entre partidarios de Broncano y de Motos, que arrasan, empatan y se reparten el pastel de la audiencia. Y es que la gran franja de españoles que ven 'eso' viene a ser la que trabaja y madruga; de modo que, a las diez de la noche, cuando ha logrado que los niños duerman, cae exhausta en un sofá para pasar de una a otra cadena sin ver realmente nada, hasta quedar dormida de agotamiento. Con todo, sea fiel hormiguerista o devoto broncaniano, el español medio se dormirá habiendo recibido del televisor el mismo mensaje: sonríe, tonto... sonríe. Empatiza mucho...
Convertido el consejo en modelo obligatorio universal, el resultado es que en el siglo XXI se confunde empatía con simplicidad y cortesía con memez. La solemnidad y la gravedad que solía acompañar al poder se perdió no sé dónde, y el deseo de proximidad y comunicación se confundió con frivolidad. Incluso les ocurre a los Papas de Roma, que hablan como adolescentes... El resultado, en este tiempo 'woke' y de corrección, es el que vemos: como es obligatorio ser asertivo y simpático con todos y con todo, la comunicación, la publicidad y las relaciones humanas aparecen cada vez más festoneadas de simplezas y tonterías. Como esa, la de la «oposición avinagrada», que parece preparada por dialoguistas de Broncano y Motos fichados por la Moncloa.
Por eso hasta las dictaduras han perdido seriedad y tienden a parecerse a memes de teléfono adolescente. Ese Maduro de los chistes y gracietas televisivas, ¡qué diferente del Fidel de barba, boina y estrella roja! Todo, todo lo del siglo XX, es vinagre ya. Da igual que hablemos de la esfera del trabajo que de la del ocio: cualquier atisbo de crítica parece agrio y rechazable. El que no es asertivo es hipercrítico y antipático. Hasta el punto de que, si uno es malhumorado, si nació antipático natural, le van a recomendar enseguida asistencia psicosocial. «Háztelo mirar», le dicen, como si le vieran al borde de la locura.
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De todos modos, un concurso dominical: ¿Quién pone más vinagre a la hora de expresarse y actuar como oposición: Núñez Feijóo, Borja Sanjuán, Diana Morant o José Muñoz?
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