Urgente Un incendio en un bingo desata la alarma en el centro de Valencia y deja 18 atendidos por humo

Cuando éramos pobres pero felices, usábamos un trapo viejo, mojado con unas gotas de aceite, para quitarnos de la planta de los pies las manchas de fuel que los barcos dejaban en la playa de Nazaret como regalo tras su paso por Valencia. Cuando éramos ... pobres pero felices, hacíamos pelotillas con migas de pan, aprieta y venga a apretar, porque no siempre teníamos a mano una buena goma de borrar 430 de la casa Milán.

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Ese moderno despliegue de limpieza de la playa del Saler, su aparatosidad, seguro que va a parecer un exceso de sofisticación a los veteranos que nadaron en el Mediterráneo de los cincuenta. En cuestión de playas valencianas, o se sabe lo que era el 'tarquim' o no se sabe. Por eso es mejor que hablemos de las gomas de borrar, que ahora las fabrican tan buenas y poderosas, tan eficaces, que son capaces de anular cualquier rastro de delito, por grave, escandaloso, vergonzoso y alarmante que haya sido.

A Donald Trump, casi a la vez que el atentado, le llegó el beneficio de una sentencia milagrosa. Si se llevó a su casa documentos de la Casa Blanca, si llenó armarios de su mansión de papeles 'Top Secret', no cometió delito. O quizá sí. Pero el fiscal que le acusó cometió defectos de forma que la jueza ha decretado inconstitucionales y todo lo que se sustanció no tiene ya especial valor. Caso cerrado. Carpetazo. Y si usted publica escandalizado que la amable jueza fue nombrada por Trump, hace muy mal: 'fake news'.

Con la oreja herida, con esa foto de Pulitzer del New York Times, dicen que lo de Trump ha quedado visto para sentencia, que ya no queda duda alguna. La Providencia, el mismo Cielo, ha entrado en campaña. El atentado fallido ha sido un signo de unción, un designio, sancionado en Milwaukee entre rugidos de un león al que se le ha borrado el pasado.

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Costaba mucho borrar el chapapote con un trapito y aceite. Todavía costaba más que la miga de pan lograra el milagro de una letra bonita. Pero las gomas de borrar mágicas del siglo XXI no solo perdonan, no solo hacen misericordia sobre quien se saltó la ley, sino que logran un borrado completo del delito. O mejor aún, consiguen la trasposición del escenario entero para que el Estado admita que fue erróneo de su parte intentar castigar a los que ahora se está amnistiando. En los tiempos que corren, la amnistía cambia el tiempo pasado y configura de Puigdemont, o de cualquier otro huido, un personaje ejemplar. Como acaba de ocurrir con Chaves y Griñán, extraídos por el Constitucional del pozo del escándalo delictivo y propuestos como personajes ejemplares, por encima de la sentencia del Supremo, en el curso de otra modalidad de amnistía con goma de borrar.

Chapapote y goma de borrar. En Estados Unidos y aquí, regeneración democrática.

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