Una vez más, qué papelón... Me refiero a ese episodio, por demás lamentable, del sueldo del vicepresidente Gan; a esa carrera por ver lo que se iba a llevar en vez de lo que iba a traer en el campo de la serenidad, el método ... y la organización. Esa carrera de PSPV y Compromís por la acidez crítica, ese surtido de regüeldos de doña Diana y don Joan ¿de qué habrán servido? Tanto, o mejor tan poco, como el decreto que, en un acopio de fuerzas, se atrevió a redactar ese monumento al miedo a resbalar que es el PP.
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¿Conclusiones? Una sería que incluso para ser oposición hace falta educación y señorío. La otra no es que el sueldo de los generales es alto, sino que el de los presidentes de las autonomías es bajo, que ya hace años que lo deberían haber mejorado para que no se den estas situaciones tan chuscas: la prensa, cansinamente, haciendo día y noche la misma ridícula pregunta: ¿cuánto gana usted?
Y es que, a estas alturas del drama, se ha empezado a hablar, al fin, de lo que hicieron o dejaron de hacer los responsables primeros y más directos que son los ayuntamientos. De modo que yo he empezado a albergar la esperanza de que se empiece a hablar de futuro, y de que se haga en serio, en profundidad, quitándose todos la careta de partido y poniendo por delante lo que de verdad cuenta: el plan general de ordenación urbana y toda la normativa de protección, alerta y planes contra inundaciones que todos los ayuntamientos llevan incumpliendo al menos desde que en 1976 se inauguró Continente de Alfafar.
A estas horas de la tragedia, hay que aceptarlo, casi se hemos consumido más energías en reconstruir los hechos -¿y tú dónde estabas?- que en reconstruir los bienes perdidos. Pero es que hasta ahora hemos hecho poquísimo, apenas nada, por intentar esbozar cómo ha de ser el futuro, cómo hay que cambiar las cosas físicamente, para que el barranco del Poyo y su cuenca tengan esa seguridad ante riadas de calibre 'repetición en 500 años' que se dice que le fue conferida al rio Turia con la Solución Sur.
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Quizá es pronto para unos ayuntamientos que, llegada la hora de la verdad, se han mostrado tan superados, débiles, desorientados y desorganizados como cualquier otra autoridad a la que queramos examinar. Pero antes o después habrá que empezar a hablar en serio de si las escuelas, los polideportivos, los ferrocarriles, los barrancos... y las personas, deben seguir en el mismo sitio. Hablemos de cómo cambiar el planeamiento de todos. Y de cómo fusionar esas frágiles estructuras municipales en un solo organismo rector con competencias y dinero que ha faltado a la hora de afrontar una geografía que les supera con creces.
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