Isaac Moreno Gallo explicó en televisión la España romana, como nadie lo había hecho. Pero ahora se ha hecho el dueño de las redes con un video didáctico sobre nuestros ríos, ese viejo barranco que ha causado tanta desgracia, y la Albufera, el lago milenario ... que acaba de sufrir un mazazo histórico. También ha hecho fortuna la noticia del botánico Cavanilles sobre la riada de 1775 del barranco del Poyo, que ya arrasó Chiva. Son, si queréis, elementos didácticos para una reflexión sobre lo consabido: lo que deliberadamente nos empeñamos en olvidar, un siglo tras otro y vuelta a empezar.

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Los políticos riñen, se echan las culpas, traban ataques y defensas con un arsenal de normas y protocolos que la gente no entendemos. ¿Quién tiene que dar la alerta? ¿Y quién le ha de suministrar las razones para hacerlo? ¿Cuándo tenía que haberse dado la maldita alerta? ¿Y qué caso hubiéramos hecho donde ni siquiera llovía?

El debate político, ese rastrero ajuste de cuentas que nos va a inundar de manera inevitable antes o después, no va a servir de nada salvo para propiciar un lamentable desgaste del crédito que puedan conservar todavía los que tienen que ponerse a trabajar. Trabajar mucho, sin descanso y unidos como hasta ahora están haciendo: primero para conseguir una normalidad que por desgracia se va a demorar mucho tiempo; y en segundo lugar para estudiar a Cavanilles, para escuchar a Isaac y a otros cien expertos que hay disponibles, y aplicar las pocas, las muy escasas soluciones físicas que nos quedan.

Porque, descartado ahora el proyecto de desviar el barranco del Poyo al nuevo cauce del Turia, la tarea de aminorar, que no eliminar, el peligro de repetición de las inundaciones de los ríos y barrancos valencianos, es tan colosal como urgente, y tan difícil como costosa. Hemos colmatado el territorio, hemos castigado un suelo donde ahora vivimos y trabajamos apelmazados. De tal manera, que lo que era una esponja que absorbía agua y complementaba el papel atribuido por la geografía a la Albufera, es ahora una bandeja bruñida, un continuo de asfalto por donde el agua resbala con furia mortal.

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Maestros y maestras, donde se puede dar clase, están explicando lo ocurrido con el video de Isaac. Es un principio elemental: si los alumnos entienden el porqué de las cosas, volverán a tener la noción de riesgo, el respeto a la Naturaleza, el cuidado en las decisiones, que tenían, por pura supervivencia, los que vivían en barracas -cañas y barro- en las mismas zonas ahora arrasadas por el agua.

En cuanto a los políticos, la verdad es que no hay muchas esperanzas de que aprendan a convivir y colaborar. Incluso teniendo delante el ejemplo que les está dando el pueblo.

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