En medio de la euforia del éxito, explican detalles de la vida y el esfuerzo de Nico Williams y Lamine Yamal. Y en un momento dado vemos en medio del campo, disfrutando, al padre del muchacho más famoso de Europa. Los locutores de televisión, queriendo ... o sin querer, se convierten en maestros que dan al público detalles de oro, incluso una gran lección de convivencia, integración y antirracismo. Aunque el problema no se borra con el ejemplo afortunado de una o dos familias, algo queda claro: las cosas no salen mal siempre; los problemas pueden tener alguna clase de solución...
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Trump estaba hablando de la inmigración cuando le dispararon. Si no me equivoco, en alguna foto del atentado hay, congelado en la pantalla gigante, un gráfico de los flujos migratorios. Es el problema, el enorme problema, seguramente el asunto más serio y más grave que tiene ahora mismo el mundo. El que mueve pasiones, intereses, odios y guerras. El que hace de Trump una voz que arrastra y arrasa. El problema que tomar una barca llena de remiendos o afrontar un viaje en el techo de un tren.
Las hermosas metáforas del fútbol nos dicen que hay caminos razonables. Pero resulta que la sociedad, sin darse cuenta, con naturalidad, se muestra mucho más hábil que la política a la hora de encontrarlos. La reciente decisión de Vox, su salida de las instituciones, lo que nos está diciendo es que abandona, por pura estrategia, el territorio difícil donde las soluciones se hacen posibles. Le conviene hacerlo así, le resulta más rentable seguir halagando los oídos de los que no creen en el esfuerzo.
Tras la decisión de Vox, el territorio de la política ha cambiado en España. Desde la izquierda se va a seguir reprochando a los populares haber tenido relación con ellos. No va a ser inmediato, ni siquiera apreciable, el cambio de actitudes que supone a un partido de centro haberse quedado, de la mañana a la noche, precisamente en ese centro que no acertaba a encontrar. Pero el otro gran partido nacional, el PSOE, acaba de recibir de Vox el reto de redefinirse como un partido que ya no necesita seguir insultando al PP.
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La consecuencia es clara: hay una llamada hacia el centro. La sociedad es la primera que tiene que subir a un autobús y observar los rostros, los nombres y las gentes. La inmigración ya no es ni siquiera una novedad. Es lo que es, lo que hay, un asunto asumido del que hay que sacar el partido mejor, desde la guardería de barrio hasta la Eurocopa. Y si hay problemas, que los hay y muy serios, lo urgente será tomar decisiones nacionales y lograr que los partidos de Estado se concentren en un acercamiento que ahora es mucho más difícil y esforzado, mucho más valiente. También para el PSOE.
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