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Atentos a la pantalla. Atentos, sí, porque lo que mil millones de personas vamos a ver mañana va a ser muy nuevo siendo lo de siempre; puede ser innovador, brillante, profundo, chispeante, encantador y divertido... siendo, como será, lo de costumbre. Aunque en este caso ... sea el Louvre, Notre Dame, la torre Eiffel, una colección de puentes y la leyenda cultural, emocional, que la ciudad de Paris tiene en cada uno de nosotros. «¿Por qué construir decorados cuando tengo el más bello del mundo?». Thomas Jolly, un actor y director de teatro clásico, nacido en Ruán hace 42 años, tiene la responsabilidad del espectáculo con que Francia va a decirle al mundo que empiezan los Juegos. Los escenarios que ya acogieron la Olimpiada de 1900, el río Sena y sus orillas, se van a poner al servicio de una fiesta en la que, a través de una docena de cuadros, mientras los atletas desfilan en las barcazas, van a mostrar al mundo el patrimonio cultural, la historia, la tradición, el sabor y esa indescriptible sensación de placer mundano, de alegría de vivir, que lo francés -y singularmente París- viene transmitiendo al mundo desde las viejas noches de absenta de Toulouse-Lautrec. Con un toque elegante, eso sí, que incluirá la batalla por la multiculturalidad en la que la República lleva años empeñada.
Francia es, en estos momentos, el primer destino turístico del mundo. Cada año tiene unos cien millones de visitantes que le dejan más de 60.000 millones de euros. Francia ha sido capaz de unir agricultura, quesos, vinos y gastronomía a los más elevados conceptos del arte y la belleza. Solo España, segundo destino mundial, es escenario de un empeño cultural y de un éxito parecido. En París tienen cada año veinte millones de turistas, una cifra que sube a los 44 si contamos la región y sus atractivos. Pero mañana, y en días sucesivos, si todo sale bien como es de esperar, lo que vamos a ver es cómo, sin miedo, sin reparos ni complejos, una nación y una ciudad se ponen al servicio de sus tópicos para fomentar en el mundo, y singularmente en Oriente, una imagen atractiva. Visitable.
¿Hay en Francia detractores del turismo de masas? Sin duda alguna. Y no son de los que se callan. Pero lo primero va delante y Thomas Jolly, que durante la pandemia se montó un 'Romeo y Julieta' en el balcón de su casa, ha recibido un encargo millonario que empieza por la costosísima descontaminación del agua del Sena. Sin miedo a los estereotipos, sin recato, desde el orgullo del que tiene fe en lo que está haciendo, Francia y París abren mañana, sin dudar de lo que hacen, el juego más viejo del mundo. El que lleva a que millones de personas digan «yo quiero estar ahí»; y otros muchos millones evoquen «yo estuve allí aquel hermoso día».
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