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Hoy puede ser un gran día para la música. Hoy, en este primer Certamen de Bandas organizado por la corporación llegada hace un año, el ... programa -mañana y tarde y apenas un descanso- incluye la presencia de cinco formaciones de lujo -Vall d'Uixó, Unió de Lliria, Armónica de Buñol, Tavernes de la Valldigna y Artística de Buñol- más la Banda Sinfónica Municipal, que cerrará un verdadero maratón artístico. Con la emoción añadida de unos premios que, si siempre llevan carga de pasión y polémica, este año reúnen mucho más voltaje al estar en la lista de concurrentes -con el permiso de las otros dos, que no son pequeñas- una de las dos bandas históricas de Lliria y las dos formaciones -Feos y Litros- que llevan décadas animando la intensidad musical de la ciudad de Buñol.
Somos así. Estamos viviendo un año de verdadero delirio de festivales musicales pop, pero eso no ahoga, ni mucho menos, la antigua inclinación de los valencianos hacia sus bandas de música. Porque todo es música y hace muchos años que quedó claro que música solo hay de dos clases, la buena y la mala. Junto al pentagrama comercial, popular o como quiera llamarse, las sociedades musicales valencianas se consagraron, hace más de un siglo, al servicio de la sociedad. Como centros de afición, vocación y enseñanza en un ámbito de la cultura que forzosamente lleva a degustar todos los demás; y, desde luego, como núcleos de formación de profesionales que surten a todo el abanico musical, desde las bandas de rock más vanguardista hasta las más encumbradas orquestas del mundo.
Feos y Litros, Artística y Armónica hacía treinta y un años que se no se enfrentaban en el Certamen valenciano. Como en Lliria, como en tantas otras poblaciones, la existencia de dos bandas significa la convivencia de dos formas complementarias de entender la vida dentro de una misma ciudad. Por eso hay mucha gente que no quiere perderse la ocasión y llenará hoy el Palau de la Música, tan lejos -con su nueva y dura refrigeración-- del ancestral escenario de la plaza de toros, ruidoso siempre y caluroso a más no poder.
Rivalidad, pues, competición, largos y complejos ensayos, al servicio de la buena música. Porque, curiosamente, aunque hay una obra obligada para todos, la que cada banda elige de forma voluntaria para integrar su programa no es precisamente un regalo del cielo. Eso es el Certamen de la Feria de Julio valenciana. Que una corporación donde abunda la sensibilidad musical está queriendo reconstruir, o mejor revitalizar. Porque no se trata solo de volver la vista atrás, sino de inyectar aires -y presupuestos-modernos a unos contenidos de voluntad y afición que llevan más de un siglo vivos en las quinientas sociedades musicales valencianas.
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