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Cuando este periódico cumplió cien años, Enrique Durán y Tortajada publicó un artículo sobre nuestra antigua sede, en el palacio de Valeriola, y sobre la ... calle del Mar, una vía urbana que, en la segunda mitad del XIX, se reactivó, mejoró sus alicientes y dinamismo, gracias a la presencia de varios negocios de familias francesas: desde Tiffon, el perfumista, a Lubat y Dupuy, que eran ópticos, y Laurence, que puso fonda acreditada.
En 1865, Esteban Veyrat dejó atrás el imperio de Napoleón III y Eugenia de Montijo y se vino a una casona con patio de la calle del Mar; desde el Isère, en las montañas de Grenoble, se trajo a la Valencia de los huertos un próspero negocio de plantas y flores y la vocación de hacer del paisajismo una profesión nueva y respetable. Valencia, siempre escasa de jardines, empezó a hablar del 'Pati de les Plantes' con admiración.
El paisajista valenciano Roberto Duato Veyrat es la quinta generación de aquella familia. Y el viernes pasado, cuando apenas salíamos del susto del temporal, quiso poner un anticipo de la primavera en el jardín de Monforte, l'Hort de Romero, ese rincón especial de la jardinería valenciana salvado por los pelos dentro de nuestra trapisonda urbana. Y es que, heredero de una tradición, el paisajista ha regalado a la ciudad, con motivo de la Capitalidad Verde Europea, una rosa de té, llamada 'E. Veyrat Hermanos', que fue creada nada menos que en 1894 y exhibida desde entonces en distintas exposiciones interncionales, desde la de París, de 1900, a las más recientes Iberfloras locales.
Al final, cuando el jardinero terminó la plantación de ese primer ejemplar de rosa trepadora que ha entrado en el laberinto de Monforte, hubo unos minutos de sol para acompañar una ceremonia sensible, suave en su intimidad, en la que no faltó un poema, un capítulo musical y un brindis con espumoso de la tierra. Claro, no les oculto mi duda, que el lector debe estar compartiendo: ¿Está el horno para invertir tiempo y energías en actos en torno al nombre de la rosa? ¿Está la actualidad de Valencia, de España y el mundo para que encuentre encaje oportuno la llegada de una rosa a un jardín de la ciudad?
Habló la cónsul honoraria de Francia, el propio Duato Veyrat, el profesor Ballester Olmos, Ignacio Ballester, de Parques y Jardines, y Antonio García por la Capitalidad Verde. Y todos coincidieron en que vale la pena: a pesar de los pesares, por encima de tensiones, ramplonerías y amarguras, hay que seguir. Apostar por los jardines, por una calidad de vida urbana que quiere estar cerca de la naturaleza, es luchar por la sensibilidad y la cultura. Y esa Valencia que asimiló con naturalidad las aportaciones de empresarios que hoy son gente de una tierra mejor, nos obliga al esfuerzo. Por así decirlo... resistiremos.
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