Estoy tranquilo. Si incluso los del PSOE están aprobando la diligencia, el buen hacer y presteza con la que el presidente de la Generalidad y ... los suyos han trabajado en esta nueva alerta por inundaciones... es que vamos bien. Se nota que la Generalitat se rehabilita; dentro de dos o tres temporales más se supone que, a los ojos benéficos de la oposición, podría estar ya en condiciones de aprobar. El Estado, y con él partido de Koldo, Ábalos y todo lo demás, siguen en su labor, no solo didáctica sino también salvífica. Reeducadora.
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Habéis estado tres días de Cuaresma, nada menos que tres, sin mascletà. Ni una gota. Y habéis pasado la prueba como machotes, como duros resilientes ante la adversidad del cambio climático. Y ahora os pregunto: ¿qué pasaría si los disparos en la plaza, desde el año próximo, los iniciásemos el día 12 de marzo? ¿Soportaríais unas Fallas de menos de un mes? ¿Sin churrerías? Venga, pensadlo. A cambio, os podríamos dejar algún rincón -algo discreto, un Bien de Relevancia Local- para echar petardos y orinar... Todo es cuestión de hablarlo.
Artículo 149.1.2 de la Constitución: «El Estado tiene competencia exclusiva sobre nacionalidad, inmigración, emigración, extranjería y derecho de asilo». Pero el 150.2, por el contrario, afirma que el Estado «podrá transferir o delegar en las Comunidades Autónomas, mediante ley orgánica, facultades correspondientes a materias de titularidad estatal que por su propia naturaleza sean susceptibles de transferencia o delegación». Y ya la tenemos. Ahora el Gobierno se ve obligado a ver quién le hace el favor de intentar parar esta nueva simulación de cesión ante Cataluña. ¿Podemos se presta?
Desde no hace mucho se está notando un ligero vientecillo colonial. Eso de que desde la delegación del Gobierno se juzgue con lupa los pasos que da nuestra autonomía ¿cómo calificarlo? Digamos la verdad: ¿Salvador Illa soportaría una situación como esa o reclamaría un espacio de respeto basado en la dignidad autonómica? Incluso el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, no ha resistido la tentación -algo centralista, displicente y distanciada- de analizar desde el púlpito de Madrid el comportamiento de las instituciones valencianas. Y no digamos los pontífices de medios informativos que jamás han pasado una dana ni saben lo que es dormir en zona inundable. De ahí que piense que nuestro nacionalismo es de conveniencia, y que «falla més qu'el cacau...».
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La sesión inaugural de Donald Trump en el Capitolio se ha jaleado poco para la trascendencia que ha tenido. Se tenía que haber retransmitido completa para que el público fuera cayendo en la cuenta de la nueva era que comenzó en enero. Macron, señor Sánchez, ofreciendo a Europa compartir su bomba atómica...
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