De entre las mil imágenes disponibles, hay una en la que la muchacha que traduce las palabras del presidente Sánchez al lenguaje de sordomudos parece no dar crédito a lo que oye, entre asombrada y perpleja. Y es que, seguramente, el discurso de apertura de ... la temporada política 2024-2025 va a pasar a la historia política y económica de España. El 'discurso de los Lamborghinis', el de los ricos a los que es preciso cobrar más porque «ya tienen en el banco suficiente dinero para vivir 100 vidas», es de los que hay que etiquetar como memorable. Ha sido un mensaje clave: para anticipar lo que podríamos ver de Pedro Sánchez en lo que se empieza a llamar tramo final de su carrera, camino del necesario Museo Universal del Populismo.
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Para aceptar que el adelanto al 1 de octubre de la Navidad venezolana va en serio, consulté el otro día el New York Times. Para precisar que Pedro Sánchez dijo «cien vidas» y no «sus vidas», como algunos medios tradujeron piadosamente en la mañana del miércoles, he ido a la versión genuina de El País, donde se ve y se escucha al líder hablando en la rotonda del Edificio de las Cariátides, la sede de ese Instituto Cervantes que antes albergó al Banco Central Hispano y más antiguamente al Banco del Río de la Plata. Descontento con el eco de su apertura del curso pasado, en el Ateneo de Madrid, el presidente, este año, ha buscado las hechuras de un banco de los de antes, sólido de rejas. Y dispuesto a hacer temblar a los muy ricos, ha venido a decirles que si ahora les cobra al 54%, está dispuesto a subir la cifra; a llegar a ese 55% de Austria, Francia o Dinamarca.
La avalancha de informaciones destinadas a señalar que la mayor parte de los impuestos que se pagan no los aportan ni los ricos ni los muy ricos, ha sido grandiosa esta semana. El mogollón de los impuestos -eso es sabido- lo pagan las sufridas clases medias sujetas a nómina y control, jubilados incluidos. También se ha hablado esta semana hasta la saciedad, y con mucho regodeo, de los pocos coches Lamborghini que consumimos los españoles; e incluso de lo que podría haber sido una cita presidencial errónea o en esviaje, dado que el novio de su apreciada señora Ayuso lo que tiene o tuvo es un Maserati.
Pero es igual: dejando aparte, como pienso que hay que hacer, los aburridos rifirrafes de Madrid, el arranque de la temporada de un presidente acosado nos indica que la política española va a seguir instalada en el «pan y circo»; en la siembra constante de pistas falsas y señuelos. Porque el personaje parece ya en fase de huida hacia delante: si la inmigración irregular es un serio problema nacional, el conflicto de la financiación autonómica y el independentismo no es menor. Menos mal que la ministra Montero aún aplaude.
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