Urgente La Lotería Nacional del sábado deja el primer premio en un popular municipio valenciano y otras cinco localidades

Confieso mi decepción. Sin duda he vivido en un mundo irreal. Pero yo tenía la impresión de que, en un día de apuros y complicaciones, ... en un día de malos augurios como el 29 de octubre de 2024, los responsables de tomar decisiones de gran importancia se movían con modelos de trabajo en los que primaba la confianza e incluso la colaboración. Quiero decir que trabajando cada uno en los suyo, el responsable de la Confederación Hidrográfica cambiaba impresiones con el de Meteorología, se hacían ambos una idea cabal de cómo estaban las cosas y después uno u otro tomaba el teléfono para dar un razonado paisaje de situación a la delegada del Gobierno con el fin de que ella, a su vez, mejorara, a las diez de la mañana, la información que había intercambiado con el presidente de la Generalitat en un par de llamadas anteriores más tempranas.

Publicidad

Pero eso, al filo de los cien días de la tragedia, sabemos que no ha pasado. Y que nunca va a pasar. A estas alturas del drama hay datos y detalles que permiten ir concretando un estupor específico. Y es, al menos para mí, la constatación de que las autoridades-de uno u otro partido, de una u otra administración-- apenas se hablaron, llamaron, consultaron, preguntaron, alertaron o informaron en las horas cruciales del drama.

Y no por nada especial, sino porque no lo han hecho nunca. Nunca se ha dado el caso de que un presidente de la Generalidad llame a la oficina de los Viveros para saber si va a llover mucho. Y nunca se han llamado -o al menos no nos lo dicen- un responsable del Temple y uno de la Diputación, uno de la Generalidad y otro del Ayuntamiento si se da el caso de que sean de obediencias políticas cruzadas. No lo hacen, no está en sus costumbres ni en sus genes. Tienen una configuración de trabajo y servicio al pueblo que no contempla el contacto entre administraciones adscritas a diferente partido. Y mucho menos entre servicios que cuelgan de diversa cadena de mando. De ahí que para regular esos intercambios surjan esas plataformas mixtas -colegiadas o no colegiadas quién sabe- que tan complejo y arcano terminan por hacerlo todo. ¿CECO... qué?

Ahora, un juzgado de Catarroja, repuesto del golpe de la inundación, ha empezado a hacer preguntas que enseguida se están configurando como impertinentes. ¿Quién dio la alerta? Con DNI, por favor. ¿Qué pasaba en los barrancos a esta hora concreta? Con detalles, por favor... La impresión genérica es que la Justicia, con la lista de víctimas en una carpeta y la de daños en otra, se ha puesto en marcha, de modo que, antes o después, habrá un día en que se irá sabiendo, decantando y depurando todo. Lo que se hizo y lo que no se hizo. Aquí y en Madrid. Y los que no se hablaban igual van teniendo que hablar.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete a Las Provincias al mejor precio: 3 meses por 1€

Publicidad