Hace unos meses leí que el edificio de Galerías Todo, en la avenida del Oeste, querían convertirlo en un hotel. Bueno, ya se verá, pensé, víctima de la pereza mental creada por la corporación anterior en materia de licencias. Para mis adentros, lo de los ... hoteles en Valencia lo veo cortado por el patrón del proyecto de la calle de Eixarchs, ahí junto a los Santos Juanes, que pidió la licencia... hace un siglo, cuando el Mercado estaba aún sin terminar. Pero no. Salgo de echar una primitiva en la avenida del Oeste, miro el cielo por si llueve y me encuentro con el bello edificio de Galerías Todo, tapado de arriba abajo, envuelto con un andamio que llama a la vida, la actividad y el aplauso. Ya están trabajando, ya hay marcha, ya hay empleo... Y más pronto o más tarde, aunque algunos se disgusten, habrá un nuevo hotel. Para atender (me temo) a más turistas. Yo no sé si a mis lectores también les pasa, aunque seguramente es un sentimiento exclusivo de la generación que besaba un cacho de pan cuando se caía al suelo. Quiero decir que cuando las cosas me van bien, me entra un poco de miedo: me da una especie de prevención que me impide presumir de bienestar. Es la lejana impresión de que ponerse exquisito con los bienes que has deseado, y por suerte disfrutas, ponerse remilgoso con los pequeños inconvenientes que puede traer el exceso de bienestar, es algo que no está moralmente bien calibrado... Y que el destino -ahí viene mi miedo- tiene que castigar.
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Cuatro años hace, solo cuatro años. Habíamos suspendido las fallas y estábamos más que confinados a causa de una pandemia internacional. ¿No se acuerda nadie ya? ¿Nadie recuerda que lo hubiéramos dado todo a cambio de la normalidad de un barquito de crucero, solo uno, aunque fuera chiquitín? Es verdad que el turismo se ha hecho de masas; es cierto que hay días que no resulta explicable la avalancha de gente que se observa en calles y plazas. Y es muy cierto que el crecimiento turístico que se ha producido en Valencia --en solo una década, a la salida de una crisis económica y a través de una pandemia global-llama la atención de los expertos como algo excepcional. Pero, a pesar de eso, o precisamente por eso, los movimientos preventivos contra el turismo, las quejas y tiquismiquis de alguna gente, me dan mucho que temer.
La Catedral, la Lonja y el Mercado. Y 22.000 personas de 'perreo'. ¿Qué está pasando en el fondo? ¿Por dónde va este asunto? La sociedad es otra y un crecimiento tan súbito, se diría que incluso tan caprichoso, puede encerrar una salida inesperada y abrupta, como todo lo que llega vestido a la moda. Por eso mismo, estos días, echo en falta una palabra, un artículo, una orientación, del hombre que lo empezó todo: don José Salinas.
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