Todavía está por averiguar cómo fue posible que algunos bancos, restos de fuentes y sillares de la famosa Tortada de Goerlich aparecieran ubicados en Paiporta, ... donde siguen pese a la inundación. Pero la Valencia de Vicent Garcés tenía sus piedras viejas al descuido de un solar y Bartolomé Bas no solo era el alcalde de Paiporta sino una institución, un referente en el 'cinturón rojo' de l'Horta Sud. Un camión... y p'alante. Primer alcalde de la democracia, Bas era intocable: repitió en el cargo siete mandatos, 28 años, más veteranía, sabiduría, popularidad y malicia que Rita Barberá en Valencia.
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Para conocer la historia, los asombrosos cambios de Paiporta en el siglo XX, hay que recurrir a su cronista, Joan Oliver Chirivella, veterano de la política, diputado nacional y provincial, y concejal también en Valencia. Mejor que nadie, Oliver ha explicado cómo la localidad pudo pasar de menos de 4.000 habitantes en 1957 a los casi 30.000 actuales. Castilla-la Mancha, Andalucía y Extremadura enviaron docenas, cientos de familias a las poblaciones de la corona valenciana, desde Paterna a Manises y Aldaia, desde Catarroja a Torrent. Bajo la batuta de Bas, que presidió la Mancomunitat, Paiporta floreció con generosas dádivas de la Diputación dirigida por Manolo Girona, Toni Asunción y Paco Blasco: el Rajolar, el Auditorio, el chalé de Catalá. De las barracas a internet...
No hay que darle más vueltas: el aluvión de inmigrantes y el Metro de Lerma. Eso, y el plan general de ordenación, que es de 1988, como el de Pérez Casado. La antañona Gran Valencia, tras la riada, permitió trasladar al área metropolitana las reglas de crecimiento de Valencia ciudad: la altura de cornisa creció en todos los pueblos del cinturón sin que fuera preciso que las calles se ensancharan. Y cuando se presentaron casos difíciles, soluciones imaginativas: la calle Antonio Machado es una larga terraza porticada sobre un cauce al que se le ha ido robando espacio una y otra vez.
Gran Valencia fue sustituida, en 1987, por un Consell Metropolità de l'Horta, donde el socialismo hizo nido hasta su disolución, en 1999, no se sabe si por imposición de Rita Barberá, de Zaplana o de Rafa Blasco. Pero es que llamaba a la puerta otra etapa de crecimiento, otra era de expansión, como ahí al lado, en Valencia, la ciudad-espejo, modelo y patrón. Adosados y bloques residenciales, con sótano y trastero, piscina y gimnasio, aparcabicis, garajes y zona verde: si Joan Fuster, Matilde Salvador y Josep Renau, inspiradores de los nombres de las calles, levantaran la cabeza... El resto ya lo ha contado Santiago Posteguillo.
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