Secciones
Servicios
Destacamos
La reina Victoria iba a cumplir pronto los 70 años y el periódico, que usó telegramas de Mencheta para dar la noticia de su llegada ... solemne a San Sebastián, escribió que «parece más anciana que la representan las fotografías que circulan. Es baja, gruesa de cabeza y cargada de hombros. Viste sencillamente de negro y lleva sombrero bajo».
Estamos en marzo de 1889 y la emperatriz de la India, que estaba de vacaciones en Biarritz, quiso visitar a la joven regente española, doña María Cristina. Un tren de 17 vagones la llevó desde Irún a la capital donostiarra, por donde desfiló hasta el palacio de Ayete al frente de una caravana de diez coches de caballos, escoltada por un escuadrón de caballería. Fue un viaje corto, sin solemnidades especiales, casi de familia. Pero que dio pie a interesantes editoriales sobre la cortesía regia, las casas reales cercanas y dos países -Gran Bretaña y España-que había comenzado el siglo XIX como aliados y así deberían terminarlo. En la memoria de todos estaba el manifiesto de la academia militar de Sandurst, donde Alfonso XII estudiaba, que dio paso a la Restauración de 1874.
Cuando nos acercamos al 160 aniversario de LAS PROVINCIAS, me sigue maravillando hojear el periódico de los viejos tiempos. Imagino el despliegue de páginas en color que supondría hoy el viaje a San Sebastián de un monarca británico, aunque fuera, como fue aquel, de apenas las cuatro horas precisas para un sencillo almuerzo de diez platos. El editorial del periódico quiso hacer hincapié en el pesar de dos viudas, la nuestra llevando sobre los hombros, a los 31 años, la regencia determinada por la prematura muerte de Alfonso XII y la necesaria espera hasta que el niño Alfonsito pudiera reinar. «La semejanza de pesares tan hondos unirá con estrecho lazo a las dos augustas señoras», escribimos en el editorial de ese día. Lo que son las cosas de la historia: el niño, cuando tuvo la edad de reinar, fue casado con doña Victoria Eugenia, nacida en el castillo de Balmoral y nieta de aquella reina «gruesa de cabeza».
Pero si es interesante descubrir en el periódico la noticia grande, no lo es menos componer el retablo que proporciona la noticia pequeña. Por ejemplo, la gacetilla con la que nuestra corresponsalía en Londres nos informaba de la llegada de al menos siete barcos con naranjas a los puertos de Hull, Bristol, Liverpool y el propio Londres. La cantidades de cajas consignadas, sus modalidades, los precios y su tendencia, dan cuenta cabal de un mercado vivo, de extraordinaria importancia de la estabilidad dentro de las relaciones políticas, y sobre todo comerciales, de España con Inglaterra.
Y unido con el mercado que describe esa gacetilla, otra no menos importante: el trabajo de una máquina nueva, el extraordinario rulo de vapor, en las vías principales de la ciudad. El periódico alababa su trabajo en la marginal izquierda del Turia, por la Trinidad y San Pio V, y también por la plaza de toros y la calle de Játiva. Porque las rondas eran las vías por donde fluía hacia el puerto toda la circulación de carros cargados de naranjas o bocois de vino. De manera que era donde más preciso se hacía el vertido constante de piedra machacada que el rulo, contundente y movido a vapor, remediaba.
No mucho después, Valencia ideó un sistema único en España: el camino de Tránsitos, de peaje, una ronda que comunicaba todos los accesos con el puerto y que contaba con carriles especiales para carros. A la reina Victoria no le faltaron nunca mandarinas y naranjas de la mejor calidad, servidas por el atento Abdel Karim, el Munshi que atendía la mesa real.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.