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F. P. PUCHE
Lunes, 13 de enero 2025, 23:21
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F. P. PUCHE
Lunes, 13 de enero 2025, 23:21
En julio de 2021, una dana de proporciones pocas veces vista desbordó los ríos de Centroeuropa, causando estragos, y unos 230 muertos, en Suiza, Alemania, ... Luxemburgo, Países Bajos y Bélgica. Anne Spiegel, destacada dirigente de Los Verdes alemanes, era ministra de Medio Ambiente del estado de Renania Palatinado, pero estaba de vacaciones en Francia, con su familia, cuando empezó a llover. Desde que los diarios encontraron ese resquicio de gestión en su comportamiento, contradicciones, huecos informativos y preguntas incómodas festonearon la carrera política de una señora que terminó por dimitir en la primavera de 2022, cuando era ministra federal de la Familia.
Cuando una catástrofe natural inexplicable se cruza con las páginas de una agenda política que aparece mal sazonada a ojos del público, las consecuencias son impredecibles. La cólera popular por los males recibidos, que todo lo invade, perseguirá al político de turno hasta la náusea. Es el caso, ahora mismo, de Karen Bass, alcaldesa de Los Ángeles, a la que el infierno desatado en su ciudad le ha pillado formando parte de la delegación oficial que el presidente Biden envió a la toma de posesión del presidente de Ghana. John Dramani Mahama asumió el cargo el 7 de enero, cuando los fuegos empezaron a propagarse en Beverly Hills; y aunque la alcaldesa deshizo parte del camino en un avión militar para regresar antes, ya era tarde: prensa y oposición tenían montado el circo.
A las terribles secuelas del cambio climático, a los estragos y cataclismos naturales, es preciso añadir este efecto devastador que se cierne sobre las carreras políticas. Que no lleva color o sigla de partido, ni siquiera propósito especial; la oposición, los republicanos de Trump en este caso, se alía a los medios informativos y somete al responsable de turno a una extorsión, en tanto que la tribu necesita un chivo que asuma la culpa. Y no se espera siquiera al final de la catástrofe ni mucho menos a la reflexiva reconstrucción.
Los Ángeles tiene 13.000 millones de dólares de presupuesto, trece veces más que Valencia, y dedica 800 a sus bomberos. Pero he aquí que el equipo de gobierno había recortado 17'6 millones en la partida preventiva y que eso había supuesto, precisamente, reducir las inspecciones dedicadas a reducir riesgos en la maleza que crece en las urbanizaciones. Pecado sobre pecado, delito sobre delito; la política (sobre todo la sindical) no perdona y la alcaldesa Bass -«lo único que me preocupa son las víctimas», repite incansable- lo está pasando muy mal. Porque se le reprochan recortes, irse de viaje pese al pronóstico de fuertes vientos que había... y no haber avisado del peligro que corrían millones de vecinos.
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