Urgente El Euromillones de hoy viernes deja un nuevo millonario en España y dos premios de 146.483,25 euros

Hay consenso. A la hora de considerar el itinerario judicial que ha seguido en los últimos quince años el ex presidente Francisco Camps, parece que hay consenso en aceptar que una de las variables de su viacrucis ha sido la larguísima demora que ha tenido ... su asunto en los tribunales. «¿Y ahora quien paga todo el sufrimiento?», dicen que dijo el diputado Baldoví para encarnar, aunque hablaba al hilo de otro caso, el dolor de las víctimas de una acusación infundada... sometida, además, al fuego lento de la ciega Justicia.

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Lo digo como lo siento. ¿Saldrá del templo de la Justicia una sola palabra de perdón o disculpa por los retrasos que ha sufrido Francisco Camps? ¿Le dirán algo amable y compasivo a él y a tantos otros que esperan a la puerta de los juzgados desde hace ocho, diez años? ¿Dará alguna vez la Justicia explicaciones de sus retrasos? ¿Dirá que los procedimientos son farragosos, que falta personal, que se necesita más informática y nuevas inversiones? Lo que sea, algo que ayude a entender, razones que intenten explicar. Porque lo más sensacional de cuanto pasa -Camps, inocente, tantos años después- es ese viaje en el túnel del tiempo al que se nos obliga.

Pero invito al lector a que haga a mi lado el viaje que estoy haciendo, desde el viernes, en el tranvía del estupor, en torno a otra noticia: el proyecto de jardín que se dice que se va a construir, con el nombre de Trini Simó, en el llamado Solar de Jesuitas. ¿Jardín, proyecto, solar? ¿Saben ustedes que el periódico empezó a hablar de la idea de levantar en ese suelo tres torres de veinte plantas nada menos que en 1975? Estamos al borde del cincuentenario de una controversia por la que han desfilado al menos seis alcaldías y seis presidentes de la Generalitat; estamos intentando rematar uno de los casos más pastosos, farragosos y memorablemente lentos de la burocracia valenciana. Estamos ante un asunto histórico en el que Ayuntamiento y Generalidad han echado pulsos memorables, en el marco incomparable de una Justicia lenta y de un empresario que quería construir un hotel... en un solar dibujado como edificable.

Si les digo que el caso nos costó el edificio del propio Ayuntamiento en la avenida de Aragón, me quedo corto. Si les digo que el dueño del solar ahora no quiere construir su hotel, soy discreto. Si les digo que las administraciones valencianas fueron capaces de pugnar, reñir, insultarse, enrabietarse, querellarse, enemistarse y hasta sufrir por un puñetero solar durante diez lustros, seré piadoso. Si les digo que ahora quieren poner allí un rincón hortícola con cañizos para tomateras y un remedo de acequia, seré generoso.

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Algún día, digo yo, alguien va a tener que pedir disculpas.

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