Mi amigo Paco Cervera, arquitecto vocacional, escribe del urbanismo valenciano. O, por decirlo mejor, de la caterva de normas, reglas, exigencias, caprichos y vagancia, mucha vagancia, con que la burocracia acompaña a los procesos administrativos del urbanismo. En el mismo periódico, el del miércoles pasado, ... un reportaje de Belén Hernández se hizo eco de los problemas del «barrio de la estación de autobuses»; una pequeña catarata de engorros, molestias y sinsabores que hacen la vida bastante incómoda a quien vivimos -soy vecino- entre Pio XII y Padre Ferris: cerca de la estación de autobuses, en ese polígono de Campanar-Nuevo Centro-gorrillas-Prop-hoteles-IVO-colegios... y vecinos.

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La coincidencia, casi astral, de reportaje y artículo es la que me hace caer en la cuenta de la extraordinaria importancia de tener un buen urbanismo en las ciudades. Un desarrollo equilibrado y ordenado de las construcciones, servicios e infraestructuras, hecho con ilusión por buenos profesionales, en un clima de acompañamiento administrativo ágil, cooperador y constructivo, es fundamental para que el buen urbanismo triunfe. Para que garantice que, cincuenta años después, lo que se planeó hace más felices a las personas llamadas a habitar, transitar o utilizar lo construido.

La mayor parte de los defectos del barrio nacen del mal urbanismo de los años setenta... y del colaboracionismo de quienes después han pasado décadas sin corregir carencias y defectos. Por eso, en estos momentos, se negocia ampliar el IVO... a costa de sacrificar un trozo del parque del barrio. Por esa permisividad de lo mal hecho, se ha empezado a cometer el grave error de planeamiento -¡de los años ochenta!- de levantar un hotel entero sobre los accesos al estacionamiento de Nuevo Centro. Nadie sabe de quién pueda ser el pedazo de jardín de la esquina de Menéndez Pidal con Beltrán Báguera, que es un nido de problemas y delincuencia; pero nadie se ocupa de él: ni se ha regado en 40 años. ¿Sabe alguien que la estación de autobuses tuvo un túnel subterráneo hasta el pretil del Turia, pero se cegó? Sigue allí. Y si se reabriera, sería fácil comunicar la estación de autobuses con el Metro; y evitar paseos con maletas que los salteadores aprovechan.

Urbanistas todos: ¿Se sabe ya que queremos hacer en el antiguo hospital La Fe? ¿Quién amontonó dos Props y una subdelegación del Gobierno en cuatro palmos de suelo? ¿A quién se le ocurrió parir una estación de autobuses elevada sobre un plinto con escaleras? Eran los sesenta y el terreno era de aluvión y cascotes, recuérdalo... Pero no hay excusas: si el ministerio de la Vivienda, tan lejano, no hizo un buen urbanismo en Tendetes-Campanar, el ayuntamiento y la Generalidad no lo han enmendado durante 60 años. Y falta lo de siempre: para empezar, policía.

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