Venga a nosotros la música
¿Será verdad eso de que la música amansa a las fieras? Si es así, venga música y más música, maestro... Las instituciones, los gobiernos ... y parlamentos, los partidos desde luego, necesitan llenarse de música que amansa: porque pocas veces se ha visto una España tan tensa y crispada, tan llena de fiereza, de desdén y rencor, de ese malhumor resentido que lo impregna todo y que destila los peores frutos en los telediarios. Venga a nosotros la música. Anoche, sin ir más lejos, Valencia puso en marcha una estrategia musical a cinco años destinada a vincularse con la Music City Network, la red de ciudades del mundo que han encontrado en la música un filón cultural, social, turístico y de inversiones. Un organismo municipal, el Valencia Innovation Capital -lo siento: hoy en día todo circula en inglés- ha retomado un proyecto que fue presentado en 2019 pero quedó congelado poco después, al hilo del cierre por reformas del Palau de la Música y por la pandemia que nos confinó en casa con mascarilla.
Cinco años después -y con los daños de la inundación de octubre todavía frescos-la ciudad levanta de nuevo la cabeza y mira el desarrollo a largo plazo de ideas que eran buenas en tanto que eran plurales, asumibles por cualquier partido con dos dedos de frente, y al mismo tiempo transversales, es decir capaces de involucrar a diversas áreas de una ciudad y de un Ayuntamiento. Y es que, aparte las bromas sobre las tensiones que la música debería amansar, no hay que ser muy avispado para entender que Valencia es una ciudad ligada a una doble vocación histórica: la jardinera, desplegada a través de la Capitalidad Verde Europea, y la musical, que espera, hasta la fecha algo escondida, la hora en que se siembren estímulos nuevos.
El primero impulso llegó anoche, en el recuperado Palau de la Música. Y sirvió para hacer entender que la historia musical de esta ciudad es abundante, generosa y digna de ser presentada en competición. Desde Luis de Milán a la Seda Jazz, desde los ángeles músicos de la Catedral al Berklee College, Valencia exhibe un patrimonio musical históricamente potente compuesto de conservatorios, bandas, coros y orquestas, avalado por una masa de aficionados capaz de sostener, como se comprueba cada día, varias instituciones, festivales y ciclos musicales.
Contra el mal humor, contra la política que no aprende a sonreír, venga a nosotros la música. Con ella por bandera podemos aprender que una idea forjada por una corporación puede y debe ser continuada por otra si es, como aquí ocurre, un anhelo razonable para toda la ciudad. Con todo, bueno será que su aplicación y desarrollo tenga frutos visibles -audibles- en el más corto plazo posible. Música maestro...
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