Antes de comentar el enfrentamiento entre Valencia y Celta, hacer referencia al espectacular y merecidísimo recibimiento a Rafa Benítez, entrenador en una de las épocas más laureadas de la historia, o quizá la más laureada, del Valencia. El aficionado valencianista siempre atento a demostrar su ... agradecimiento y aprecio, a quien tanto nos dio.
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Ahora, el partido. Una primera mitad movida a pesar del empate a cero. Baraja ha tenido bajas, desde luego, pero comienza a ser bastante normal que acertemos casi siempre el once inicial, sin duda situación favorable para un entrenador que goza de plantilla limitada en cantidad y calidad, a pesar del buen rendimiento de los que juegan cada partido.
Comenzó sin demasiadas sorpresas, el Valencia intentando mandar, aunque el cuadro gallego no le permitió recuperar y correr como habitualmente, poniendo en práctica una buena presión tras pérdida, algo que tanto gusta a los nuestros. Un Celta de Vigo con buenas intenciones futbolísticas, equilibró rápidamente e incluso pasó a controlar el juego mucho más que su adversario. Llegadas más peligrosas las de los visitantes, parecieron merecer algo más. Pero tampoco la superioridad era muy grande, ante un Valencia que no importa cómo se esté comportando durante un partido, siendo capaz de aprovechar cualquier jugada para marcar, aun siendo algo peor que su rival.
Espesa primera parte, aunque tanta ida y vuelta nunca aburre. Por momentos rozamos el límite de correcalles, demasiados errores técnicos de ejecución, fallos en pases y controles que desmerecieron la calidad del juego. Empate a cero al descanso, todo por decidir contra un equipo que no gana, pero que tampoco pierde con facilidad.
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Y ni siquiera esa ida y vuelta resultó atractiva en la segunda mitad. Esta sí, bastante aburrida, con las mismas sensaciones que en los primeros cuarenta y cinco minutos, control mayoritario del juego del Celta y un Valencia al que le costaba una barbaridad crear peligro, es más, no recuerdo ninguna parada de Guaita, el meta valenciano de los gallegos. No es un empate que sabe a poco, un punto que podría haber sido ninguno si el cuadro celtiña hubiese arriesgado algo más, pero se mueve en una situación delicada, en la que catalogan un empate en Mestalla como algo muy valioso, y bajo ningún concepto quieren salir derrotados como consecuencia de una tremenda exposición. Eso nos ayudó.
Al final, al equipo le costó mucho atacar, los últimos veinticinco metros fueron un suplicio, no pudimos y no supimos. No demasiado de Javi Guerra, bastante de Fran Pérez, sobre todo en la segunda mitad, a pesar de finalmente ser sustituido, pero nada de nada de Diego López. Y no es una crítica, al contrario. Hay muchos futbolistas de este joven Valencia que destacan sobremanera, pero este chico, Diego, hace que, cuando no está o está por debajo de su nivel, el ataque general del equipo empeore.
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Era importante la victoria ante un Celta que casi siempre pierde, y además dado el calendario que afrontamos a corto plazo. En fin, lejos estamos de sufrir, así que comprendemos un pequeño resbalón.
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