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Partido de los más grandes, por no decir el que más, de los que se disputan temporada tras temporada en Mestalla. Rivalidad deportiva, tensión, dramatismo, emoción, espectáculo, incluso bastante animadversión confeccionan un encuentro que suele ser electrizante, como anoche. Una pena que tan gran acontecimiento ... deportivo, muchas veces, se vea condicionado, acompañado o quede marcado, antes, durante y después de su celebración, por tanta polémica parcial e innecesaria.
Y precisamente el de anoche, probablemente, ha sido el que más se ha visto envuelto por estas circunstancias que tan solo perjudican lo que puede suponer un mayor disfrute de lo que acontece. El caso Vinícius o, más bien, la interpretación absolutamente errónea y parcial de una situación habitual en el mundo del fútbol, lo convirtió, y todavía durará algunos días más, en desagradable. Una grandísima afición, la de nuestro Valencia, señalada injustamente, con premeditación y alevosía, por los más fanáticos correveidiles del equipo blanco.
Por supuesto que estamos contra el racismo y la violencia, pero de denunciar, juzgar y castigar a los culpables a generalizar, hay un abismo imposible de superar. Y por desgracia, vivimos en una sociedad plagada de elementos y colectivos que lanzan la primera piedra, sin estar libres de pecado.
Y llegó el Real Madrid, que viene completando una temporada enorme hasta el momento: tiene un lunar después de haber sido eliminado de forma prematura en la Copa del Rey, pero los blancos están rindiendo muy bien en Liga, donde son líderes y máximos favoritos, y todavía continúan en liza en la Champions League, con probabilidad alta de alcanzar los cuartos. Carlo Ancelotti gestiona una plantilla bien reconstruida, los jóvenes de entonces son las estrellas de ahora, y físico, muchísimo físico, energía y velocidad, que añadido a su técnica y juego colectivo, hace del Real un equipo casi invencible. Y nosotros hemos llegado al encuentro de esta jornada en buena situación, recuperando jugadores y deambulando en esta Liga sin sobresaltos. Muchísimo que ganar y nada que perder en este enfrentamiento.
En la primera parte el Valencia cumplió más la previsión de partido que tenía que el Real Madrid. Ellos querían dominar, pero el Valencia se ha metido atrás cuando ha querido resguardarse y ha presionado cuando necesitaba hacerlo. Ha conseguido marcar el 1-0 en una jugada de contragolpe y luego ha aprovechado el error de Carvajal. El plan de partido le había salido mejor a Baraja que a Ancelotti. El Real Madrid no ha conseguido presencia en el área ni acciones claras por las bandas, no han creado superioridad, ni Rodrygo ni Vinicius y tampoco con las incorporaciones al ataque de los laterales.
El planteamiento del Valencia ha sido perfecto para no permitir que el Real Madrid exhibiera sus virtudes a lo largo de esa primera parte. La lástima es que incluso con el conjunto blanco jugando mal no te puedes descuidar un segundo porque te castiga y todavía duele más que sea en el minuto 49. No es lo mismo irte con dos goles de ventaja al intermedio que marcharse a los vestuarios ganando por la mínima.
La segunda mitad fue parecida. Más dominio del Real Madrid, eso es cierto, pero pocas ocasiones. No necesitan demasiado para marcar y lo ha demostrado con el 2-2. En clave valencianista, el equipo ha competido muy bien.
El equipo de Baraja ha trabajado a destajo y ha sido una pena, por el compromiso mostrado, que no se haya podido adjudicar la victoria.
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