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Era un partido clave, no definitivo, todo sigue siendo recuperable, y todo es susceptible de pérdida, pero tras un comienzo de liga desalentador, el único resultado templador de sensaciones y tensión era la victoria.
El Valencia recibía en casa al colista, hasta esta jornada. A ... Las Palmas, que ya había cambiado entrenador, lo cual no sabíamos si iba a ser positivo o negativo, tanto para su equipo como para el nuestro, principalmente tratándose del primer parido a disputar tras el relevo en el banquillo de los insulares.
Me supo mal por Luis Carrión. No lo conozco, pero sus equipos me gustan. Es una de esas buenas apuestas que a veces, pocas, hacen los directores deportivos de los clubes, y que no siempre salen bien. Yo abogo por ellas, y Luis Carrión tenía suficiente bagaje y conocimiento, sobre todo conocimiento, para acometer el encargo. Pero no salió bien, y eso va en contra de todos esos entrenadores que esperamos una oportunidad, basados en nuestra manera de hacer, y no en la mayor o menor experiencia que tenemos. Así es muy fácil ser director deportivo y tomar decisiones que nunca afectarán a tu sapiencia. Si incorporo a alguien con experiencia y no sale bien, fallará él, pero no yo. Poco riesgo, señores.
Diego Martínez tratará de implementar otras cosas, otra manera de hacer, o matizará lo que allí ha encontrado. Pero ayer en Mestalla, su primer partido como entrenador del equipo canario, comenzaba su andadura con la simple tarea de salvar al equipo del descenso, sólo eso de un equipo cambiado, pero no tanto, respecto a la temporada pasada.
Baraja decidió alinear a Rodrigo Abajas en la izquierda. Sinceramente no lo tenía visto, pero decidirse por él en estas circunstancias era síntoma de confianza por parte del técnico valencianista. Ahora bien, si eso significaba jugar con defensa de cuatro, todavía entiendo menos que afrontásemos con cinco atrás el encuentro frente al Leganés. Ni Javi Guerra ni Almeida sobre el terreno de juego de inicio, síntoma también de actuar como la mayoría, es decir, cuando las cosas van mal, quito a los buenos y voy adelante con los que se caracterizan más por el trabajo. Y Dani Gómez, arriba con Hugo Duro, merecía seguir después de los destellos del amistoso en México durante el parón.
Y el Valencia perdió, ante el último de la clasificación, pasando a ser colista de esta liga. Y las sensaciones, muy negativas: se percibe a jugadores con una desconfianza total, nulos argumentos, malas decisiones, una incertidumbre total. No saben cuándo volverán a ganar un partido, y lo cierto es que tienen razones para pensarlo. El equipo no ofrece nada más que lucha, entrega y compromiso, pero con eso solo no se gana.
Nos dejamos en el banquillo a los mejores futbolistas, alineamos a cinco defensas en Leganés, con cuatro mediocampistas por delante, mientras ayer Javi Guerra y Almeida se quedaron en el banquillo. Todo mal. O al menos, como yo no haría. Se avecina una semana complicada, las críticas al entrenador se harán notar mucho más, y repito, sólo corriendo no podemos ganar lo suficiente para darle la vuelta a esta situación.
Nos duró el empuje media hora, no sacamos ventaja considerable en el marcador y volvimos a ser un equipo al que le cuesta muchísimo generar fútbol, crear oportunidades y hacer goles y, además, con problemas defensivos claros. Saber qué hacer con el cuerpo técnico es clave, la decisión de mantenerlos o cambiar, definirá el desenlace de la temporada. Todavía hay tiempo, pero el corto plazo nos ahoga.
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