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No es descabellado afirmar que se va a producir, se está produciendo ya, un cambio de tendencia historiográfica, si se puede llamar así. Un giro ... en la publicación de monografías académicas y periodísticas sobre los escándalos que propiciaron la salida del PP de las principales instituciones valencianas. Los veredictos favorables, el archivo de numerosas causas y la prescripción de muchos de los delitos que se les atribuían, sumados a la necesidad de redimirse de alguno de los implicados y al cambio político que se adivina van a propiciar la reivindicación editorial y audiovisual de no pocos de los caídos en el cenagal de la corrupción. A este revisionismo histórico pertenece sin ningún género de dudas el desquite que Carles Recio, otro ángel caído, acaba de publicar. Un libro, 'La Valencia de Rita Barberá', con el que Recio pretende rehabilitar el buen nombre de una «leona política que defendió su tierra hasta la extenuación». Mucho me temo que a su pesar, porque dudo mucho que, de poder elegir, la desaparecida alcaldesa hubiera encargado su defensa a un adalid tan polémico. A esta corriente revisionista del pasado conservador pertenece el 'Elogio a Jorge Bellver' que José Mª Lozano publicó en Es Diario en descargo del exdiputado y exconcejal de este nombre. Y no tardará en sumarse, el alegato que un conocido periodista alicantino está escribiendo en favor de Eduardo Zaplana y Francisco Camps. Que forme o no parte de ella la entrevista que Camps asegura que tiene apalabrada con Jordi Évole dependerá ya del azar. Porque, como dicen en su tierra, Évole es de los que da «una de freda i una de calenta». Igual persigue a Juan Cotino por la calle para mortificarlo gráficamente que se cree las trolas que le suelta Pujol. Igual denuncia las flaquezas de Mercadona que obvia las que también tendrán las empresas de distribución catalanas. El resultado de dicho cara a cara es, por tanto, tan imprevisible como el sabor de boca que dejará en el espectador el guión que, según tengo entendido, unos alemanes le han vendido a Netflix. Una especie de fulgor y muerte de Joaquín Murieta, pero con Rita Barberá y sin Neruda. O el compromiso adquirido por MªJ Catalá de declararla alcaldesa honoraria y bautizar con su nombre el Puente de las Flores, si gana, cuando aún están instruyéndose los sumarios que podrían aguarle la fiesta por cuanto afectan al cuñado, las sobrinas y a algunos de los subordinados de la homenajeada. «Una mujer que marcó la identidad valenciana hasta unos límites insospechados», al decir de Recio. Pero que tampoco sale muy favorecida en el trasunto que Carmen Machí hace de ella en 'Mindanao'. Una película que, se quiera o no, va a continuar proyectándose en las televisiones.

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